Nos hemos quedado sin Bojack Horseman y estoy: mal

30/4/20


Creo que no fui el único que, hará unos meses, se quedó sorprendido cuando anunciaron que la sexta temporada sería la última de Bojack Horseman. La serie del maravilloso caballo depresivo estaba en plena forma, envejeciendo como un buen vino, e incluso el equipo creativo parecía tener intención de seguir mucho más - todo apunta, cómo no, a que la decisión de terminarla antes de tiempo fue de Netflix que, como ya comenté en este artículo, da alegrías y disgustos a partes iguales. De esa forma amarga y repentina escribía su punto y final una de las mejores series que ha dado la plataforma, y que deja un recuerdo y sensaciones difíciles de borrar.

El cierre de Bojack Horseman ha sido, en muchos sentidos, "predecible", pero no por ello deja de sentirse menos perfecto, pues todo encaja. El círculo se completa, y la serie hace pagar a Bojack por todas las malas decisiones que ha tomado a lo largo de su vida. Es, en muchos sentidos, desagradable. ¿Es justo que Bojack, rehabilitado y disfrutando de su nueva vida como profesor de universidad, sea castigado por acciones pasadas hace muchos años? ¿Que el nuevo Bojack pague por errores del viejo Bojack? Puede que no, pero tampoco es justo para todas esas mujeres heridas por él, como refleja ese glorioso episodio centrado en ellas, seguir sufriendo en silencio por todo lo que él les hizo y quedó impune; siendo la acción más flagrante, por supuesto, la muerte de Sarah Lynn.

Durante la sexta temporada, la serie confronta al fin a Bojack con todo lo malo que ha hecho.

Si algo ha hecho genial Bojack Horseman es hacernos empatizar con él pero, al mismo tiempo, llamarnos la atención como espectadores: porque sí, es un hombre que sufre, pero ese sufrimiento no justifica que haga daño a las personas en general, y a las mujeres muy en particular. Durante la entrevista en que toda su mierda es destapada públicamente, la periodista le pregunta cómo puede negar ese poder que ejerce sobre las mujeres. Él se muestra incrédulo, pues no siente que, con todo lo que ha sufrido y lo miserable que se siente, ejerza ningún poder sobre nadie. Pero lo hace. Es un hombre con mucho dinero que, para distraerse de ese dolor que lo ahoga, ha tomado decisiones terribles y egoístas sobre mujeres en situación de vulnerabilidad respecto a él, bien fuera por su edad, su salud mental o su situación laboral.

Lo mejor de Bojack Horseman, lo que la convierte en una serie tan única y especial, es que no tolera las gilipolleces de su protagonista. Ya hemos visto mil películas y series, y leído mil novelas, sobre "machos heridos" que no saben gestionar su dolor -pues la masculinidad en que han sido educados nunca les enseñó a ello- y arramblan con todo lo que pillan. ¿Por qué casi siempre son hombres? ¿Por qué se es más permisivo con ellos? ¿Por qué en tantos casos, como en Breaking Bad, se les idolatra mientras se desprecia a su esposa por decirle que deje de ser un hijo de puta? Ellos sufren, el espectador lo ve en primera persona, y es casi como si la propia narrativa justificase así sus acciones de mierda. Pero el episodio centrado en las mujeres a quienes Bojack ha herido es brillante precisamente por eso: porque muestra que hay consecuencias, y las pone a ellas delante del foco, en primer lugar.

¿Cabe lugar para la esperanza?


Bojack Horseman en su final -un tanto "predecible", como decía- produce sensaciones ambivalentes. Hay tristeza, sensación de impotencia, pero también hay una llamada preciosa a la esperanza representada en el personaje de Princess Carolyn. Ella, que ha sufrido tantísimo a lo largo de la serie, que se ha dejado el alma luchando, parece ser "recompensada" por la narrativa. Consigue a Ruthie, la hija que siempre quiso, y además triunfa en el amor mientras mantiene el éxito profesional. No se queda anclada en el pasado ni necesita la "bendición" de Bojack para seguir. Es como si la propia serie usara a Princess Carolyn como espejo frente a Bojack; quizá ella sí "merezca" todo eso, porque ella también ha sufrido pero, a diferencia de él, no ha ido machacando ni abusando de todas las personas de su vida - lo que le lleva a ser "castigado" con la pérdida de su hermana.

Este es, sin duda, otro de los grandes puntos a favor de una serie tan lúcida como Bojack Horseman, pues no se pierde en lamentos emo petardos y eternos y pone a sus personajes a trabajar para resolver sus problemas, experimentando todos ellos una gran evolución. Vemos resultados especialmente satisfactorios en Princess Carolyn y, en menor medida, en Diane, que al escribir una novela es capaz de resarcirse por el dolor que padeció siendo pequeña sintiendo que ha creado algo bonito, algo "útil", que hace disfrutar a los demás y la hace sentirse mejor consigo misma. A través de ella, que quizá sea el personaje más complicado de todos -inconformista, luchador, casi clínicamente incapaz de ser feliz- parecen querer decirnos que la lucha contra la depresión es algo constante, de por vida, que incluso requiere medicación pero que, a larga, da sus frutos. 

La resolución para el personaje de Diane, aunque complicada (la serie entiende a la depresión como una batalla de por vida) es un mensaje en positivo, increíblemente esperanzador.

Pero, ¿dónde queda Bojack? Parece que todos, incluso Todd, han avanzado... excepto él. ¿Ha "pagado" ya por sus crímenes? ¿Nunca terminará de hacerlo? La serie no da respuestas fáciles, porque no las hay. Quizá, al igual que todas las mujeres a quienes ha herido de por vida, tenga que aprender a vivir con ello. Quizá nunca merezca ser perdonado del todo. ¿Hay errores tan grandes que no tienen remedio? No es casualidad, pues, que Bojack Horseman termine con una escena de él y Diane juntos en el tejado, como guiño a sus inicios, mirando a las estrellas. Como si la serie quisiera reconectar con la mejor parte de él y detenerlo todo en ese preciso momento. "Puede que sea trabajo de todos el salvarnos los unos a los otros", dice Diane. Y, efectivamente, no hay otra lectura posible.

En lugar de ser destructivos y egoístas, como Bojack, la única solución que queda es apoyarnos los unos en los otros, o nunca podremos salir de nuestra mierda.


Isidro López (@Drolope)

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