Crítica del 5x11 "The other woman" de Mad Men

31/5/12


Todos los seguidores de Mad Men saben que esta serie es, sencillamente, una joya. Sus productores han conseguido la fórmula del éxito teniendo muy claro desde el principio lo que querían hacer: contar su propia historia. Y eso es lo que han hecho.
No han hecho finales felices que dejen satisfecho al público, pero tampoco tristes, y es que ellos han tenido muy claro que una buena historia no tiene ningún tipo de final. Han conseguido que las vidas de sus personajes fluyan con naturalidad, sin prisa, con todo lo que ello conlleva. Momentos buenos y malos. Risas y oscuridad. Emociones y decisiones.
El último capítulo que he visto, el 5x11 "The other woman", ha sido un episodio redondo e impactante que ha parecido dejar muy claro que esta maravillosa quinta temporada está girando en torno a una falsa apariencia de felicidad. Las paredes blancas de la oficina brillan con fuerza y la empresa marcha viento en popa y, sin embargo, la mayoría de los personajes están más perdidos que nunca.

Los comienzos del capítulo parecían de lo más inocentes. Pete y Ken charlaban en una cena de negocios con uno de los empresarios que están a cargo de Jaguar, una de las mayores cuentas a las que se ha enfrentado Sterling Cooper Draper Pryce. Todo iba bien hasta que él comentó que le había llamado la atención cierta pelirroja que había visto por la oficina y que, sí querían que aceptase el trato, esa mujer debería ser suya durante una noche. En ese instante comenzó el juego macabro que ha hecho del capítulo uno de los más complejos en la historia de Mad Men.

¿Cuál es el precio que marca tu propio límite?

Esa ha sido una de las grandes preguntas que ha atormentado a Joan, que se ha visto forzada a tomar una de las decisiones más importantes de su vida. Pete, ni corto ni perezoso, no tardó en advertirla de la situación, a ella y al resto de socios. En ese momento entró en escena Pryce. En el episodio anterior vimos cómo "cogía prestada" parte de la paga de Navidad de todos los socios para pagar sus deudas, una paga que habían planeado ofrecerle a Joan como incentivo para pasar una noche con el pervertido. Él no podía permitir que descubriesen que faltaba parte del dinero, así que engatusó a Joan ofreciéndole algo que la interesase más, es decir, un puesto de socia en la empresa. Todo ello sucedió en una conversación de lo más perturbadora e hipócrita por parte suya, que pretendía quedar como un caballero que se preocupaba por ella.
Las reacciones fueron muy diversas. Casi todos ellos se indignaron, Roger se mostró reacio (sin llegar a impedirlo) pero al final todos callaron como putas, porque la cuenta era demasiado importante... Todos excepto Don, que incluso fue a casa de Joan a pedirle que no lo hiciese. Ella le tranquilizó y le dijo que no... pero sí. Lo hizo.

Mad Men es una serie de grises morales, y en esta ocasión quedó más patente que nunca. ¿Joan hizo lo correcto? ¿Y por qué lo hizo? Yo creo que no solo influyó el cargo, seguramente su madre la debió de manipular de algún modo. Su mirada mientras estaba en la cama junto al gordo baboso, su expresión mientras se desvestía ella misma, de espaldas a él, intentando evitar por todos los medios que la tocase... me rompió el corazón. Fue tan impactante como verla siendo violada por el asqueroso de su marido hace una o dos temporadas. Y sí, digo violación con todas las letras, sin comillas ni cursiva, porque eso es una violación, que alguien fuerce a otra persona que no quiere hacer nada. Punto. No hay distintos grados de violación.

El potencial de Joan como personaje es de los más increíbles de la serie, y me encanta que ahora lo estén desarrollando junto al de Don. Siempre he considerado que había una conexión especial entre ellos dos, desde el principio de la serie, y me encanta que ahora lo estén desarrollando en profundidad (véase la escena épica del episodio anterior en el bar). Mi teoría es que Don solo podría ser realmente feliz con alguien como ella, porque Joan pertenece a su mismo mundo. Con ella puede ser sincero y sonreír de corazón, ¿o es que acaso le ha sonreído alguna vez a la petarda de Megan como lo hizo con Joan? No trago a esa mujer. Su relación con Don no es sana, no tienen ningún futuro. Todavía recuerdo cómo, hace varios capítulos, se puso a correr lloriqueando como una niña por el piso, huyendo de Don, saltando por la cama y tirándose al suelo. Hay quien la llamará compleja, pero yo la llamo tonta del culo.


¡Y Peggy! No podemos olvidarnos de otro de los grandes personajes de la serie. Harta de que no la valorasen como se merecía, ha decidido buscar empleo en otra agencia que la trate con más dignidad, y con un mejor sueldo. La escena final con Don fue sencillamente indescriptible. Él, sonriendo, dulce, confiado, pensado que aquello solo era una rabieta pasajera de su fiel perrito. Porque yo considero (esta serie da lugar a muchas interpretaciones) que él la ha visto siempre como una niña algo mayor, muy inteligente y con talento, pero siendo eso, una niña (su niña) no una mujer. Y Peggy, fuerte y orgullosa, recogió sus escasas pertenencias y se fue. Simplemente se fue. Pulsó el botón del ascensor y contempló el recibidor de la oficina. Por un momento pensamos que alguien correría a detenerla, pero no. Ella solo sonrió y se fue, dándonos un final al estilo Mad Men. Ambiguo, complejo, nada obvio. 

En definitiva, que esta serie me tiene atrapado por completo. Con una mirada son capaces de decir mucho más que otros personajes que tienen que recurrir a las palabras, en muchas ocasiones, vacías. Simples clichés que nos conducen a un irreal y típico final feliz de cuento. Ellos están más allá de eso porque nos describen nada más y nada menos que la vida.

1 comentario:

  1. Odio eta serie en verdad a veces me estresa el machismo que representa, per o no dejo de verla porque simplemente es extraordinaria, Mad Men es de las pocas series que no usa tapujos y muestra una realidad que aun en nuestros tiempos sigue vigente, las mujeres luchando por reconocimiento profesional.

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