Larga vida a Tyrion Lannister, enano, sabio, enorme, uno de los mejores personajes nunca creados. Ojalá existiera, ojalá nos gobernara, ojalá alguien como él, con su ternura, su lealtad, su amplitud de miras, sus debilidades y sus fortalezas para regir nuestros destinos. Pero pocas veces suelen darse las casualidades y causalidades necesarias para que gente como Tyrion consiga llegar a ser de verdad lo que se merece. Y en eso, como en todo, Juego de Tronos no es más que un fiel reflejo de la vida misma. El problema es que lo hace a través de una historia medieval-mitológica en la que, por supuesto, salen dragones, gigantes, princesas guerreras y hechiceras y eso, en muchos sectores y ante determinadas personas, le resta credibilidad. Pero qué sabe nadie. Qué saben aquellos que no conocen a Tyrion Lannister. Ya os lo digo yo: nada, no saben nada.
You know nothing, Jon Snow.
You know nothing, Jon Snow.
Centrándonos en el primer capítulo de la tercera temporada, comprobamos una vez más la monstruosidad de la tarea de los guionistas de la HBO para adaptar los mamotretos de George R. R. Martin, mucho más ahora cuando nos adentramos de lleno en Tormenta de Espadas, que no sólo es el más largo de los hasta ahora adaptados, sino el favorito de buena parte (me incluyo) seguidores de la saga. Aunque alguna trama ya se pudo ver en la segunda temporada de la serie (Jaime y Brienne), lo que queda es tanto y tan determinante que no es de extrañar que hayan decidido dividirlo en dos tandas de diez capítulos. Así de paso, el yayo Martin puede ir avanzando con lo que queda, porque, a este paso, todos calvos y los dragones sin llegar a Westeros.
Como aperitivo y presentación de tooodo lo que nos espera, Valar Dohaeris (respuesta en valyrio a la expresión Valar Morghulis), funciona magníficamente. Como todo en Westeros y en las tierras más allá del Mar Angosto, la vida parece que no cambia, que sigue igual, pero poco a poco, los peones se van moviendo. Tras Blackwater, llega la calma tensa que tan buen resultado da en esta serie merced a esa familia que fascina y repele al mismo tiempo, los Lannister. Juntar a Cersei (Lena Headey) con Tyrion (Peter Dinklage) es garantizar el goce más extremo a todo buen seriéfilo que se precie. Esas escenas deberían anunciarse con antelación para que nos diera tiempo a arrodillarnos, porque ese cruce de miradas, frases lapidarias y réplicas de fuego, es de lo mejor que se puede ver en televisión.
Por no hablar del patriarca, el gran Charles Dance, Tywin Lannister. Tan absolutamente cruel y despiadado, pero, como todos en esta familia -a excepción de Joffrey, claro-, con el carisma por bandera. A sus pies.
Para dar más valor a esta total veneración por los Lannister, señalo que yo soy Stark, por firme y férrea convicción en la que me mantengo pese a los encantos de los leones, pese a Tyrion y pese a quien le pese. La familia es la familia. El norte es el norte. Los lobos son los lobos. Y mi Lya viene de Lyanna, sí. Y aunque nos queda mucho por sufrir, llegará el día en el que Invernalia renazca de sus cenizas.
De los Stark en Valar Dohaeris no tenemos muchas pistas. Robb llega a Harrenhal, continúa manteniendo a su madre prisionera por haber liberado a Jaime y le suponemos feliz con su mujer, a la espera de lo que Walder Frey tenga que decir sobre el asunto. Por su parte, Jon Snow conoce al fin a Mance Rayder y flipa en colores al ver por primera vez a un gigante. Flipó él y flipamos todos. Qué grande eres, HBO. Por ese gigante y por, se me olvidaba comentarlo, los fastuosos vestidos del plantel femenino -cómo son, qué trajes, qué diseños- te perdono que la llegada de Daenerys a Astarpor quedara un poco bluf por ese chroma extraño que os salió.
De Arya, ni rastro, por el momento. Ni de Bran ni de Rickon. Ni de Jaime ni de Brienne. Ni de los sureños de Dorne, los Martell. Sí comprobamos que los dragones se nos están criando muy hermosos y que Ser Jorah Mormont sigue tan pendiente de su Khaleesi como siempre. Estupenda Emilia Clarke, que lleva como nadie un personaje que impone tanto como ese nombre de copla racial que gasta: Daenerys Targaryen Stornborn of the Blood of Old Valyria, Mother of Dragons. Todo eso, ella, la más. La rubia clavellina que va de esquina en esquina buscando un ejército, un barco, una ayuda para hacer suyo lo que es por derecho, el trono de Westeros.
Eso si George R. R. Martin quiere, claro.
En fin, que ya están aquí de nuevo. Nuestros dragones, tormentas, princesas, brujas, caballeros, guerras y enanos sabios. Lo dicho: qué sabe nadie.
Lya Sparrow (@liacice)
Ay, ay, ay ay, Lya, qué buen artículo, me ha encantaod, con el corazón en un puño. Qué bien dicho todo. Te digo que yo ayer quedé un poco "pséee" al acabar el capítulo, porque claro, espero grandes cosas de esta temporada y como bien dices, en Valar dohaeris acción, acción, no hay mucha. Pero después de leer este artículo, como que creo que me gustó más XDD Tormenta es también mi favorito, pero no sabían que lo iban a hacer en 2 tandas de diez episodios. ¡Relámpagos! Pero bueno, el libro lo merece, la verdad. Espero que lo hagan bien, que con la segunda temporada no quedé muy contenta. Es que soy ultra-tiquismiquis para las adaptaciones.
ResponderEliminarEn fin, vivo con ansia y temor por que siga avanzando esto, OMG OMG. XD
Jo, calla, que me da más miedo que nada que... bueno, no digo nada, porque todavía hay gente que vive en la inocente felicidad de no saber... pero tú me entiendes.
EliminarMuchas gracias, me alegra que te haya gustado XD
Me encanta Game of Thrones, me decidi a verla por Tyrion qué personajazo, qué hombro, qué actor, qué bárbaro. Debería haber más escenas de él y sólo de él porque es un deleite verlo en la serie al igual que a Emilia Clarke interpretando a Daenerys.
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