¡Hola a todos desde el Más Allá!
O al menos es donde me ha dejado el final de Jane The Virgin. Llevaba
mucho tiempo sin escribir por estos lares y, a raíz de esta despedida, no me he
podido resistir a dedicarle unas palabras a este happy place. Mi happy
place. Así que aquí os dejo mi carta abierta hacia Jane The Virgin. ¡Atención, spoilers!
Querida Jane:
Me refiero directamente a ti
porque eres el centro de esta historia. ¡Y qué historia! ¡Qué cinco años tan
maravillosos me has regalado! Hacía tiempo que una serie no me daba tanto
sin pedir nada a cambio y que me ha llevado de la mano por una montaña rusa de
emociones en cada episodio. Aunque a veces el camino se ha podido hacer más
duro en algunos trayectos, que algunos desvíos no me hayan gustado mucho, me
quedo, en general, con una sensación muy positiva. Así que, desde aquí, con
toda la humildad del mundo, te doy unas gracias grandes y sinceras.
Gracias, Jane, por
mostrarnos tus miedos y tus deseos, tus buenos y malos momentos, las dudas, los
conflictos internos. Gracias por ser tan humana y que te haya sentido tan
real. Has conseguido tu sueño: publicar un libro del que te sientes
realmente orgullosa y por el que la gente se da codazos para conseguirlo
–además de pagarte una cantidad de dinero que ya quisiéramos muchos–. Gracias
por hacerme vibrar con tu vida amorosa –sobre todo porque la mía no era de lo
más boyante–, por hacerme dudar a mí también de quién podría ser el amor de tu
vida y enseñarme que no hay por qué elegir, que no tiene por qué haber sólo
un gran amor, sino varios, y que cada uno tiene su momento. Sin embargo,
siempre seré #TeamMichael. Gracias por ver más allá de lo que la gente te
muestra, como en el caso de Petra. ¡Fíjate dónde habéis llegado! La evolución
de vuestra relación es la que más me gusta e impresiona. De enemigas, rivales,
a hermanas. Sí, hermanas, porque “amigas” se quedaba muy corto para lo que
sois la una para la otra. Gracias por tu familia, por el trío Villanueva.
Sin él, esta serie no hubiese sido la misma. Aunque no lo parezca, tu relación
con tu madre y abuela también ha evolucionado durante estos cinco años. Se
ha fortalecido y os habéis contado más cosas de las que hubieseis hablado al
principio de esta andadura. Gracias por la relación con tu padre, un hombre
excéntrico, pero al que muchos adoramos porque se ha ganado nuestros corazones
a pulso. Hemos visto vuestra relación nacer y crecer, y ha sido simplemente
maravilloso. Por último, Jane, gracias por mostrar las dificultades que puede
traer la maternidad, los titubeos e inseguridades, los miedos, sobre todo
cuando se trata de un “accidente” al que hemos llegado a querer como nuestro
–aunque Mateo te ha salido un poco insoportable, también te lo voy a decir–. Me
pica la curiosidad por saber cómo ha llegado hasta este presente, pero eso será
para otro momento. Gracias por verme reflejada en ti, Jane. Ha sido un placer.
A ti, Xiomara, gracias por
enseñarnos a bailar al son que dictamina la vida –vale, esto ha sonado
superñoño, pero estoy blandita, ¿vale?–, por llevar una enfermedad como el
cáncer con tanta entereza e intentando mantener la positividad, incluso cuando
era muy difícil. También te agradezco que hayas compartido con nosotros tus
lágrimas y tu rabia, ya sea por lo cabrón que puede ser el karma o porque te
siguen doliendo ciertas cosas del pasado –aquí miro a Rogelio, pero sobre todo
a Alba–. Cuando me he sentido perdida en mi veintena, tú me has enseñado
que también se puede estar perdido en tu cuarentena. ¿Y sabes qué? Que no
pasa nada, que encontrarás tu camino y lo emprenderás con la mayor de las
ilusiones (y esos terribles miedos que nos pueden llevar a tirar la toalla).
Gracias por la relación con tu hija, tan inusual –y a veces tan similar a la
que tienen mis queridas Lorelai y Rory Gilmore– y especial, y con tu madre, la
cual ha tenido una evolución increíble. Habéis pasado de casi no entenderos a
realmente necesitaros. Y gracias por mostrarnos que, a veces, por mucho tiempo
que haya pasado y kilómetros os hayan separado, puedes volver con tu gran amor.
Gracias, Alba, por enseñarnos
que una vez que hayas estrujado la flor, no hay forma de volver a repararla, y
que esa cantinela está más que obsoleta. Me has hecho ver que tu religión y
sus doctrinas siguen sin ir conmigo, pero también te han hecho ver, gracias a
tu hija y a tu nieta, que tampoco a veces casan contigo. Te las han impuesto
durante toda la vida y es muy difícil dar marcha atrás, pero has sabido, aunque
con su dificultad, por supuesto, adaptarlas un poco a los nuevos tiempos, a
ser más flexible, tanto con los demás como contigo misma. Eso es admirable,
Alba, y me ha hecho quererte un poco más, comprenderte. Gracias por abrirte de
nuevo al amor con Jorge, aunque a veces sus comportamientos (y tus actitudes,
Alba) me parezcan que están ancladas en los años 50. ¡Y al sexo! ¡Te has
abierto al sexo de nuevo! Por momentazos como el del consolador y Barack
Obama, tu crush que te pone como una perra. ¡Quién nos lo hubiese dicho
en la primera temporada! Alba, tu evolución ha sido increíble. Gracias
por ser la abuela de todos.
Michael, oh, Michael. ¿Qué
decirte? Te echo de menos, y ojalá hubiese acabado todo diferente. Ojalá
no te hubieras muerto en el mejor momento de tu vida, con tantas cosas por
descubrir y que hacer con Jane. Eso me dolió en el alma. A veces te sigo
guardando luto, aunque ahora mismo estés en Montana, casado y esperando un
hijo. Pero, en el fondo, ese no es el Michael que me conquistó, sino otro
diferente que me pareció más basto que una patada en los cojones. Nuestro
Michael Cordero de las primeras temporadas murió allí, amando a Jane hasta su
última respiración. Tu vuelta ha sido jodida de llevar. Me he alegrado,
pero, por otro lado, no era lo mismo. Así que mi agradecimiento va al primer
Michael Cordero. Gracias por esa comprensión infinita, incluso cuando
era muy difícil, como cuando Jane fue inseminada artificialmente de Rafael; por
tu sentido del humor, ese que puede hacer una situación complicada mucho más
llevadera; por tus gestos románticos que nos ganaron tanto; por el trato hacia
Jane –toda persona debería tratar así de bien a otra– y hacia Mateo, al que
trataste como si fuera tuyo. Gracias por tu bromance con Rogelio,
del cual me ha costado mucho despedirme –este bromance me lo daba TODO–
y tu intento incansable de llevarte bien con Rafael para no hacerle la
situación más complicada e incómoda a Jane. Y, aunque pueda sonar muy estúpido,
gracias por tus votos matrimoniales en español. No te puedes llegar a
imaginar cuánto significaron para mí y el gesto tan maravilloso que tuviste en
ese momento. #TeamMichael
En el último vértice de este
triángulo amoroso que nos ha mantenido en vilo estás tú, Rafael. No
puedo negar que tu evolución es increíble: pasaste de ser un playboy
guaperas con dos neuronas, problemas con el alcohol y siendo un capullo, a ser
un guaperas con buen cuerpo –esto lo sigues manteniendo, tío– que se
conforma con un trabajo que le permita tener tiempo para su familia, que
arregla sus problemas con terapia, pero que a veces sigue
teniendo algún problema con la confianza y su inseguridad. Lo normal, pero
que también tiene que seguir aprendiendo a no pagar ciertas cosas con otras
personas, o ponerlas en alguna situación incómoda que no se merecen –sí,
aquí hablo por algunas cosas que hemos visto esta última temporada con Jane–.
Rafael, eres padre tres veces más de lo que jamás hubieses creído, eres amigo
(y casi socio) de Petra, tienes al amor de tu vida junto a ti y una familia que
te quiere y que te desea lo mejor. Incluso te has desprendido de una gran
sombra: Rose aka Sin Rostro. A pesar de no haber triunfado en los
negocios, cosa que has visto que tampoco te da la felicidad, realmente eres un
triunfador. Lo tienes todo. Simplemente te pido, por favor, que no lo
pierdas por algún ramalazo que te dé de esos tuyos tontos. Gracias por hacer a
Jane feliz, por haber aprendido a comprenderla, por haber crecido y madurado,
por ser un buen padre. Y gracias por emocionarme tanto el día de tu boda –aquí
se extiende a Justin, que eran más sus lágrimas que las del personaje–.
Por otro lado, estás tú, Petra,
luchadora incansable. No voy a negar que mi relación contigo ha evolucionado a
la par que lo has hecho tú. Pasé de casi no aguantarte a quererte, de tenerte
cierto recelo a querer que no te pasase nada malo. Petra, TU evolución es LA
evolución de Jane The Virgin. No hay nadie que haya cambiado tanto
como tú. La esencia de esa Petra que conocimos en el piloto sigue estando,
pero ha habido un desarrollo, un cambio, tan brutal, que no eres la misma.
Has pasado de tener una gran coraza a tu alrededor a que se vaya destruyendo
poco a poco, de no abrirte en absoluto a que confíes en la gente que te quiere
y desea lo mejor para ti, de tener enemigas a tener hermanas, de no
querer hijos a tener dos niñas gemelas que te veneran –también te han salido un
poco repelentes, pero bueno–. Petra, ¿te das cuenta de lo mucho que has
crecido? Gracias por permitirnos ser testigos de ello, de ver cómo
sufrías por amor, por tu familia, a ser feliz, verdaderamente feliz. Has
luchado mucho por J.R., la otra Jane de tu vida, y te lo mereces con creces.
Te agradezco que hayamos conocido a tu familia, sobre todo a tu hermana Anezka,
ese cachorrillo asustado que, personalmente, me enterneció tanto. Te agradezco
que nos hayas dejado momentos para la posteridad, pero, sobre todo, te
agradezco que “existas” –mejor dicho, se lo agradezco a Jennie Snyder Urman–.
Y, por último, resaltando en
lavanda, porque el melocotón no le va, uno de los personajes que podría haber
caído en la más absoluta parodia, pero que le han dado una profundidad
sorprendente, Rogelio de la Vega. Gran estrella de las telenovelas, Ro,
tú también has cambiado. Has pasado de ser un materialista que tiraba del name-dropping
–esa manía de no parar de decir nombres de famosos– a ser una persona que no
duda en dejarse la piel por su familia y seguir su sueño de manera incansable.
Eres consciente del regalo que te cayó cunado conociste a Jane, volviste con Xo
y te acogieron en la familia como a uno más. Tú también has acogido a gente
bajo tu brazo, como a Michael y a Rafael, los dos amores de tu hija. Te has
convertido en un abuelo y padre –no me olvido de Baby– entregado, aunque tu
trabajo a veces te deje poco tiempo. ¡E incluso has llegado a un entendimiento
con Darcy! Rogelio, estoy orgullosa de ti y te agradezco que seas como eres,
tus frasazas, tus idas de olla y que me hayas devuelto a veces a mi
infancia, a esa niña que veía las telenovelas de La 1 y que, hace mucho tiempo,
dejó ese mundo atrás. Te lo agradezco de corazón.
Ya no va a ver un “To be continued”.
Sólo queda el “The end”. Ha sido doloroso verlo, pero, al mismo tiempo,
ha sido satisfactorio porque Jane The Virgin se podría haber quedado por
el camino cancelada debido a las bajas audiencias. Gracias, Jennie, en último
término, por adaptar Juana la virgen, por hacerlo con tanta maestría,
siendo consciente del material que tenías entre manos, honrando el género de la
telenovela y metiéndote con él desde el respeto. Partiendo del concepto, la
serie podría haber sido un total despropósito, una broma de mal gusto, pero se
ha convertido en un happy place maravilloso y en un viaje inolvidable.
Irene Galindo (@MissSkarsgard)
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ResponderEliminar¡Comuníquese con él en estos contactos!
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Mensajería: dregwalispellbinder@gmail.com
Gran explicación, la verdad no la he visto, pero la ve por la reseña que me acaban de dar
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