Westworld es una serie con un elenco de personajes muy interesante,
diferentes entre sí y que nos permite identificarnos, más o menos, con todos
ellos en algún punto de la trama. En este análisis vamos a hablar sobre algunos
de ellos, como el Man In Black, los Delos y algunos personajes secundarios a
los que han dado más voz que en la anterior temporada.
Man In Black
La oscuridad de William |
El Man In Black fue, en la primera temporada, la gran incógnita.
¿Quién este hombre, que me mira y me encañona? ¿Qué es lo que está buscando? La revelación de que William, aquel
hombre que fue por primera vez a Westworld con el socarrón de su futuro cuñado
y que optó por el sombrero blanco, ahora
se vestía de negro y perpetraba las peores de sus pesadillas fue espectacular
–aunque algunos se lo oliesen ya–. Para mí, lo más interesante de William no es
lo que está buscando, o su propósito dentro del parque, sino su evolución desde aquel hombre “bueno
e incapaz de matar a una mosca” hasta este ser despiadado al que no le tiembla
el pulso para matar a diestro y siniestro. Parte de esa evolución la hemos
visto durante esta temporada. En la primera, William se da finalmente cuenta de que Westworld es un juego –Logan
tenía razón–, que no hay consecuencias y puedes liberarte de todas las ataduras
morales a las que estás sometido en el mundo real. William en Westworld es
completamente libre y esto le permite darse cuenta de que, dentro de él, existe una oscuridad que antes no veía y
que, ahora, es lo único que puede ver. Tiene
una apetencia por el poder sobre los demás, tener la vida de los que le
rodean en sus manos. William se da cuenta de que, a pesar de tener unos
orígenes sencillos, tiene la misma sed de poder que tiene su familia política,
los Delos, o cualquiera que tenga un mínimo de status social alto. Al darse cuenta de esto, de que Logan es una
persona “inestable” –aquí puedo discrepar un poco porque tengo debilidad por él–
y que no tiene lo que tiene que tener para dirigir la empresa familiar, decide aprovechar la situación y terminar
de vender su imagen renovada a James Delos, quien ve en él, su futuro
yerno, un heredero perfecto. Así, con
William a la cabeza de la compañía, teniendo aparentemente todo (familia,
hijos, un trabajo con grandes ingresos, poder), sigue estando sediento y su oscuridad no hace más que crecer. Esta
oscuridad y el deseo de que no infecte a su vida, le lleva a volver una y otra
vez a Westworld, convirtiéndose en una obsesión y apartándole poco a poco de su
familia.
Pobre Juliet |
Es justo lo que le pasa con su
esposa, Juliet. El noveno episodio,
centrado en la familia de William, es clave para entender la relación que tiene
él tanto con su mujer como con su hija. En
el caso de Juliet, esta se ha dado cuenta de que su hermano tenía razón:
William no es el “buenecito” que todo el mundo cree –y que él mismo ha construido
esa imagen para venderla–, sino que es
un “cáncer” que ha infectado a la familia Delos y que la ha devorado por
completo –también hay que decir que los cimientos no parecían muy sólidos,
la verdad–. Primero echó del camino a Logan, después se aprovechó de la
enfermedad degenerativa de James para convertirse en dueño y señor de la
empresa, y ahora, bajo el punto de vista de Juliet, va a por ella y terminará
con su hija. Y en cierta forma así ha sido. Juliet no atraviesa un buen momento: es alcohólica desde hace
tiempo, a lo mejor tiene depresión, se siente poco querida por su marido porque
está más pendiente de irse a un puto parque que de hablar y pasar tiempo con
ella. Se siente un cero a la izquierda y
da la sensación que no tiene fuerzas para divorciarse de él. A lo mejor una parte de ella le sigue
queriendo con locura y quiere seguir con él por el bien de su hija –aunque
esta ya es mayorcita y creo que puede comprender por qué su madre querría
separarse de su padre–, pero hay otra
que le desprecia. Toda esa combinación de ingredientes explota cuando
añadimos otro más: la confesión de
William ante una aparente Juliet dormida. Saber que nunca tendrá a William de verdad, que va a estar más
pendiente de ese otro mundo donde puede ser realmente como es que de este, de
lo que tiene en él, es la última desgracia para Juliet. Si me pongo en su
piel, pensaría que todos los años que he estado con este hombre son años
perdidos, que realmente no me ha querido, ni a mi hija, y eso es un puñal en
todo el pecho. Juliet, tras ver el perfil de su marido en Westworld, descubrir
todo lo que ha hecho y ver cómo se comporta durante su viaje anual, le conduce
a un abismo total, del cual sólo ve la salida en la muerte, la liberación de
todo dolor terrenal. La tragedia en la familia Delos continúa, como si fuera
más una maldición que otra cosa.
Con lo bien que me caía esta chica... |
Esta maldición no sólo llega al
nivel de los hijos de James Delos, sino también a sus nietos. La relación entre
William y su hija, Emily, me parece interesante. Claramente se ve que Emily es una gran defensora de su padre y es más
crítica con su madre. No sé si es a raíz de su problema con el alcohol, o
porque Emily siempre ha estado más apegada a su padre, pero sí se nota una
mayor conexión. Desde la muerte de su progenitora, la relación con su William ha quedado completamente destrozada,
culpándole de lo que pasó, pero no sin antes culparse a sí misma por lo
sucedido. El propósito de Emily en el
parque es averiguar la verdad, por qué Juliet hizo lo hizo, y si puede hacerlo
a través del proyecto secreto de su padre, lo va a utilizar sin dudarlo.
Construir una versión robótica de su madre basándose en la lectura cerebral de
cuando estuvo en el parque hace muchos años –en el momento de la confesión de
William, se puede ver una fotografía de una joven Juliet con un sombrero puesto
junto a su hija, además de la mención sobre que a ella le daban miedo los
elefantes de The Raj, el parque ambientado en la India–, podría traer algo de
paz a Emily, aunque no estoy muy segura de si encontraría las respuestas que
busca. Por otra parte, William ha
encontrado en su hija una especie de salvadora para los momentos más complicados,
pero nunca ha terminado de fiarse de si realmente era Emily o un truco de
Robert para disuadirle en su propósito –muchacho, pero si te ha dicho que
este juego es para ti. ¿Para qué te querría disuadir de seguir con él hasta el
final?–. Esta duda permanente, junto con la discusión final entre padre e hija,
lleva a William cometer el asesinato de
Emily, para luego darse cuenta de que, efectivamente, era su hija, no una
versión robótica. Esto lleva al Man In Black
a plantearse el suicidio, pues ya no le queda nada, ni siquiera la poca
humanidad que podía tener y que se aferraba a ella a través de su esposa y su
hija.
"Fidelidad" |
El asesinato de su hija es, lo que podríamos definir, el momento que
determina la vida de William, igual que la última conversación con su hijo
Logan determina la de James Delos, como vimos por nuestro paseo por la Fragua.
Esto nos lleva a la escena postcréditos,
donde vemos a la versión robótica de
William en un futuro, no sabemos si cercano o lejano, con una versión aséptica y fría de su hija Emily. Como sabemos,
Emily murió a manos de su padre, por lo tanto, en esa escena postcréditos no
tenemos una Emily real. Pero, entonces, ¿por qué está Emily ahí? Ahí tenemos
que ir al episodio cuatro. Cuando están observando a la versión anfitriona de
James Delos, este recibe la visita siempre de la misma persona, William. Es una persona que conoce, y la
familiaridad propicia que el sujeto esté más tranquilo, cómo y seguro, un
ambiente beneficioso para llevar a cabo la entrevista que permite verificar la
fidelidad de la copia. En el caso de William, no le queda nadie vivo, por
lo que recurren a la creación de algún
familiar y optan por Emily, de la que seguramente tienen más datos, pues se
da a entender que ha visitado los parques –tiene debilidad por The Raj, como
podemos ver– varias veces a lo largo de los años. Lo que nos permite ver esa
escena cortísima, pero que nos deja con ganas de más, por lo menos en el caso
de una servidora, es que la versión
anfitriona de William se encuentra en mejor forma que la que estuvo la de James
Delos. William sabe perfectamente dónde está, parece consciente de lo que
es, pues afirma que quería demostrar que ningún sistema puede decirle quién es,
que tiene una opción, es decir, está
intentando romper el ciclo en el que se encuentra y lo que le permitiría salir sería
no matar a su hija, su momento definitorio en la vida. También se le ve con
menos errores. Recordemos que las versiones de Delos duraban entre unos treinta
y unos treinta y cinco días hasta que finalmente tenían algún tipo de glitch y empeoraba hasta llegar a la
locura. No sabemos con seguridad cuánto tiempo tiene esta copia de William,
pero da la sensación de que es más que la de James. Durante la temporada se
había dejado caer que, en algún momento, el Man In Black era un anfitrión, pero
no sabíamos si era cosa del presente o del futuro. Por lo que sabemos de boca
del elenco y los guionistas, es un futuro. Sobre el resto podemos seguir
teorizando e intentar averiguar qué puede traernos esta nueva trama. Pinta muy,
muy interesante.
Familia Delos
¿Quién está más confuso: Host!James Delos o Bernard? |
En esta segunda temporada hemos podido profundizar un poco más en la
familia Delos, una de mis tramas favoritas sin duda alguna –me das un poco
de family drama y me tienes, para qué
negarlo–. Durante la primera sólo conocíamos que se trataba del nombre de la
empresa que engloba a los diferentes parques y que se dedica a venderte el
viaje a los mismos como si fuese el viaje de tu vida. Esta vez hemos descubierto que es el nombre de una familia, la de
Logan, a quien conocimos junto a William en la primera entrega. Sin
embargo, quien lleva las riendas de la empresa es su padre, James Delos, quien no está muy a favor
de la inversión que ha realizado su hijo. Después
de que William encontrase sus huevos –creo que no hay otra forma de
definirlo–, éste visita el parque junto
con su suegro, quien tiene pensamiento de deshacerse de él porque no le
encuentra ninguna utilidad, excepto la de venderlo como “una experiencia
que te permite descubrir tu yo verdadero”. William tiene otra idea: invertir el dinero que suele gastar la
empresa en investigación de mercado en el parque, para así conocer los gustos
de sus visitantes mediante videovigilancia, estando estos totalmente inadvertidos
de que están siendo vigilados todo el tiempo. Esto nos lleva al siguiente
momento en la vida de James: el
descubrimiento de su enfermedad degenerativa, la misma que dejó de
financiar su investigación hace quince años. William ve en los anfitriones del parque una posibilidad de alargar la
vida de los humanos al convertirles en androides (cuerpo robótico y mente
humana al escanearles el cerebro). James accede, pues piensa que es demasiado
pronto para abandonar este mundo. Sin
embargo, su mayor deseo, la inmortalidad, se convierte en su peor pesadilla,
tanto para él como para William. Las diferentes copias de James Delos no
duran lo suficiente, es decir, para siempre. Los fallos no parar de sucederse, los técnicos intentan subsanarlos,
pero no lo suficientemente deprisa. El proyecto se torna en un fracaso y la
copia robótica de James en un grano en el culo. La conversación entre William,
ya encarnado por Ed Harris, y James me parece de lo más interesante. Por un
lado, le dice que su mente está
rechazando el cuerpo. Es como si la mente humana supiese perfectamente que
no estamos hechos para durar hasta la eternidad, que tiene que haber un punto y
final a nuestra existencia. Además, me parece remarcable lo que le dice sobre cómo la gente prefiere el recuerdo de
alguien a que este continúe con vida, pues el recuerdo se torna agradable,
intentamos quedarnos con lo bueno de esa persona y desechamos lo malo. En
el caso de James Delos, parece que era un tipo despiadado tanto en su vida
personal como en los negocios, un hombre que imponía respeto por el miedo que
generaba, un hijo de puta con dinero, seguramente que con una parte tierna y
blandita destinada a su nieta (y seguramente a su hija), pero no para Logan,
con quien se comportó como un completo cerdo. James Delos termina loco de remate, abandonado por su yerno, ese al
que llegó a admirar por haber encontrado sus huevos y ponerlos sobre la mesa
delante de él, el mismo que heredó su empresa, se casó con su hija y le dio una
nieta; y dándose cuenta de que intentar conseguir la inmortalidad sólo le trajo
desgracia.
Se le veía majo y nos la metió doblada |
La llegada de William a la
familia Delos, como lo llegó a definir la propia Juliet, fue un cáncer para
esta. William es el típico “tío
buenecito” que es un cabrón con pintas cuando puede aprovecharse de una
situación favorable para él. Vio una
puerta abierta a una posición más alta en la empresa cuando se dio cuenta de
que Logan no tenía la seriedad para ello, que su estilo de vida no le gustaba
un pelo a su padre –lo de “follar y matar” en Westworld horrorizó al propio
William– y que no le consideraba lo “suficiente maduro” para heredar la empresa
que tanto trabajo le había costado construir. Luego tuvo una nueva oportunidad
de ascender en la escalera de poder por la enfermedad de James y su precipitada
jubilación. Más tarde, a pesar de tener todo, el poder en los negocios no le satisfizo y tuvo que dar rienda suelta a
esa oscuridad que tiene dentro en Westworld, tener el poder de la vida y la
muerte en sus manos. Como veis, infectó a esta familia y poco a poco se ha ido
extendiendo hasta no quedar nada ni nadie a su alrededor. El tipo se ha aislado completamente; puede que no de una forma corpórea
–excepto cuando va a Westworld en su viaje anual–, sino mentalmente. En el fondo, William no quiere a nadie, sólo les
hace daño. Es un ser tóxico a más no
poder, a pesar de que quiera vender esa imagen de “buenecito”, alma de la
caridad, hombre filantrópico que invierte en diferentes causas. Es, con todas
las letras, un hijo de puta, y sólo espero que el karma se cebe con él. Aunque
ya lo está haciendo, en ese futuro que nos deja entrever la escena
postcréditos, al ser víctima de su
propia trampa, la de buscar la inmortalidad sin salir de un bucle que sólo
le lleva a más y más dolor al matar a su propia hija.
Este señor me arranca el corazón |
Uno de los integrantes de la
familia Delos en los que más hemos profundizado, o del que hemos sabido más, ha
sido Logan. En la primera temporada
se nos presentó como un capullo integral, carismático hasta la médula, con
labia, atractivo, bisexual, y que lo único que hace en Westworld es “follar y
matar”. Sin embargo, en esta segunda temporada, hemos visto una cara muy
diferente de él. Por una parte, tenemos
esa versión confiada, relajada y flirteadora en el segundo episodio, cuando le
vemos reunirse con la Iniciativa Argos, el germen de Westworld, situado en
el tiempo antes de lo que vemos en la primera temporada. Logan se queda
alucinado con la tecnología que le muestran y, por supuesto, decide invertir. Luego pasaríamos a su visita a Westworld
junto a William, donde le vemos bastante cómodo, lo normal cuando sabes de lo
que va el juego y eres consciente de lo que es. Por otra parte, dentro de
esas diferentes caras que vemos de Logan, somos
testigos de su bajada a los infiernos, propiciada por William al erigirse
él como heredero de la empresa y no él, quien ya lo daba por sentado. Logan se introduce en una espiral de
alcohol, drogas y, seguramente, sexo desenfrenado, que le hace ir cuesta abajo
y sin frenos. Pero no sólo William es el culpable de que él haya perdido su
voz y su voto en la empresa, también su padre. La relación de James y Logan es trágica. Su progenitor no acepta el
estilo de vida que lleva, no le considera “suficientemente serio” para heredar
la empresa, y sus interacciones como padre e hijo son frías y distantes. James exige demasiado a Logan y este, haga
lo que haga, no parece nunca estar a la altura de sus expectativas. Ya no
sabe qué hacer para contentarle, para ganarse su confianza. Todo lo que hace es
malo. Es realmente descorazonador la
escena entre ellos en la season finale,
esa última conversación que define la vida de James. Vemos a un Logan completamente destrozado, sin rumbo, que lo único que le pide a su
padre es ayuda, posiblemente un movimiento que, para Logan, sea una bajada
de pantalones en toda regla y no le haga ninguna gracia llevar a cabo. No es la
primera vez que lo hace, sino la segunda, y recibe la misma respuesta que en
aquel entonces, el rechazo, algo a
lo que está acostumbrado con su padre. Otra decepción para James Delos por
parte de su hijo; otra decepción para Logan Delos por parte de su padre. Lo más hipócrita del asunto es que James,
cuando le vemos en la Fragua, dice que su impulso principal es su hijo y que
haría cualquier cosa por él. Ya vemos que no; no piensa ayudarle en ningún
momento. Sigue el método del “amor duro” que posiblemente le dio su padre y él
peca en lo que muchos padres pueden pecar: que
los hijos son iguales que tú cuando eras antes hijo que padre y, eso,
amigos y amigas, es mentira. Los hijos son diferentes a sus progenitores y los
métodos que utilizaron tus padres para criarte pueden no ser los adecuados para
tus hijos, sobre todo si los conviertes en personas miserables, como le pasó a
Logan. En el fondo, el verdadero problema del único hijo varón de James fue una
depresión de caballo que intentó paliar metiéndose más en ella con el único
estilo de vida que podía acallar esa voz interna que le decía lo miserable que
era, el mal hijo que era para su padre, y que lo hundió más si cabe. Logan terminó muriendo de sobredosis seis
meses después de aquella conversación con su padre, esa que le empujó un poco
más al abismo en el que ya estaba y del que no había punto de retorno. Ese
punto de retorno que parecía no encontrar cuando William lo abandonó a su
suerte y con el que se topó Akecheta, una de las primeras personas, junto con
Angela, que conoció de la Iniciativa Argos. Hay cosas sobre Logan que me han
parecido poéticas durante esta segunda temporada y una de ellas es que él, preguntando sobre esa “puerta” por la
que poder salir de aquel infierno que se convirtió Westworld, sea quien
propicie el despertar de Akecheta. Él, quien es el integrante más despierto
de los Delos –conoce perfectamente la hipocresía de la gente que lo rodea, que
el parque es un juego sin consecuencias reales, que es una ilusión, nada es
verdad, que buscar la inmortalidad a través de los anfitriones del parque es un
grave error–, ayuda, de forma completamente inintencionada, a que Akecheta se
dé cuenta de que hay otro mundo y que, en el que está, cambian a las personas
que tiene alrededor y las meten en un almacén. Logan me parece un personaje muy poco valorado y creo que sería
interesante saber cómo conoce lo que está haciendo William, su reacción en ese
momento y si le dice algo a su padre sobre la locura que quiere cometer.
Sigo diciendo que se puede sacar mucho más jugo al drama familiar de los Delos,
que hay más historia que contar, aunque sean pequeños detalles. Todo recae en
si los guionistas tienen pensado explorarlo un poco más o no –o soy yo, que
quiero seguir viendo a Ben Barnes en esta serie–.
Sobre esto último, cuando Lisa
Joy y Jonathan Nolan estuvieron en Madrid por el preestreno del final de la
temporada, tuve la oportunidad de hacerles una pregunta: “¿Veremos más sobre el
drama familiar de los Delos, o esto es todo?”. Lisa tomó la delantera y contestó
que, aunque les gustaría volver a contar con esa parte del elenco –tuvieron
tan buen rollo con Peter Mullan, quien interpreta a James Delos, que se mueren
de ganas de volver a contar con él–, están
todos muertos, por lo que no saben si volverían en algún momento. Lisa contó que la familia Delos encarna la figura
de Ícaro, quien quería acercarse tanto al sol que terminó quemándose. Eso
es lo mismo que les pasa a estos personajes respecto al tema de la inmortalidad. A pesar de tener todo lo
que se puede tener en esta vida, querían algo más, un paso importante para
ellos, el vivir para siempre, y eso los llevó a la completa desgracia: James
termina muerto, tanto como ser humano como robot; Logan muere de una
sobredosis; Juliet opta por el suicidio en la bañera; y Emily se encuentra con
su destino final de manos de su propio padre. Incluso William contempla el
suicidio como su última salida tras lo que pasa con su hija. Sin duda alguna,
el deseo se comió a la sensatez. Como ya he dicho anteriormente, creo que la
familia Delos podría volver. Lisa Joy no
fue concreta con su respuesta, dejó una puerta abierta al retorno de estos
personajes, y yo no voy a perder mis esperanzas en ello.
Mayor profundización en los personajes secundarios
Mientras que en la primera
temporada nos presentaron a algunos personajes que se quedaron en un plano muy
secundario, como apoyo a otros con mayor importancia, en estos nuevos diez
episodios hemos podido conocerlos un poco más al profundizar y descubrir su
historia.
Angela, diosa hasta el final |
El primero de estos casos es el
de Angela, a quien vemos en sus
comienzos en el segundo episodio. Es una
de las primeras creaciones de la Iniciativa Argos, un robot “demasiado
perfecto para pasar por un ser humano” a ojos de Logan Delos. Ella se convierte en una de las acólitas de
Dolores en su búsqueda de la libertad, de salir del parque y vengarse un
poco en el camino. Definitivamente, Angela
se ha erigido como una reina total, acudiendo al código impuesto en
momentos clave, como cuando destruye la Cuna al distraer, de manera bastante
efectiva, a un miembro del equipo de seguridad de Delos y se autoinmola, no sin
antes despedirse con un “Bienvenido a Westworld”, como ya digo, aludiendo a esa
frase que la oímos decir en el segundo episodio tanto de la primera como de la
segunda temporada. Ha sido una buena
soldado, pero, para mí, el viaje de Angela ha durado bastante poco. Me
podría haber esperado más de ella, o al menos quería ver, saber, más de ella.
¿Realmente estaba “despierta” o simplemente seguía las órdenes de
Dolores/Wyatt? Como todavía no sabemos
quién habita en el cuerpo de Hale, Angela se podría alzar como una candidata
muy válida para ello. Como ya he dicho, ha servido bien a Dolores, tenían
cierta conexión y no le temblaba el pulso en apretar el gatillo. Dolores podría
recurrir a ella de nuevo, pero para conocer la verdadera identidad que se
esconde tras el cuerpo de Hale habrá que esperar todavía.
Ven, Clementine, que te doy un abrazo |
Otro caso de un personaje
secundario en el que hemos podido ahondar un poco más ha sido el de Clementine. La primera Clementine, no
la segunda. Si ha habido un personaje que ha sufrido lo indecible en esta
temporada ha sido ella. Después de que la retirasen y la sustituyesen por una
nueva muchacha, nuestra Clementine
original se unió a las filas del ejército de Dolores y ha sido otra gran
soldado como Angela. Fue realmente descorazonador ver cómo repetía las
líneas que tenía tan bien integradas en su código al encontrarse con la nueva
Clementine en el Mariposa. Da la sensación de que ella misma se da cuenta de lo
triste de la situación, de que ya “no la quieren” y que han dado paso a una
versión nueva y mejorada. Por otra parte, ya de cara al final de temporada, hemos visto cómo le implementaban el código
lleno de privilegios de Maeve para detener a la horda de anfitriones que se
dirigían a la Puerta. Y, como si la vida de Clementine no estuviese llena
de tragedias, tras ir sembrando el caos por su paso, termina muerta a manos de
la escopeta de Armistice. Sin duda
alguna, Clementine se merecía algo mejor. La pobre me ha dado muchísima pena,
sobre todo si tenemos en cuenta que tuvo tiempos mejores, como vemos en el
segundo episodio, con ella tocando el piano, abstraída en la música. Si decía que Angela podía ser una buena
candidata a estar detrás del cuerpo de Hale, Clementine también podría ser otra
opción nada descabellada. ¿Puede estrenarse ya la nueva temporada, que no
me van a dar las uñas con tanta espera?
Menuda evolución la de Lee, por favor |
Un personaje secundario que se
nos presentó como un capullo redomado, un “genio frustrado” por Robert Ford y
un tipo que no sabía muy bien cómo enfrentarse a ciertas situaciones, excepto a
través del alcohol y una frase pasada de sorna, es Lee Sizemore, nuestro guionista favorito. La evolución de este personaje durante toda la segunda temporada,
mostrada de manera sutil, ha sido una de mis favoritas. Aunque algunos
espectadores no se la creen del todo, mi caso es justamente lo contrario, me la
creo y la aplaudo fervientemente. Empezó
mostrando desprecio hacia los anfitriones, queriendo vender a Maeve cuando le retuvo con ella para que la
guiase con el parque, allá en el primer episodio de la temporada y, poco a poco, conviviendo con ellos,
conociéndolos directamente, no a través de sus códigos, afloraron ciertos
sentimientos, como pena por Maeve cuando la capturan y le hacen perrerías postrada
en una camilla llena de cables, hasta
llegar al último gran acto de esta evolución, el sacrificio para que su amiga
consiga su objetivo, salvar a su hija. Lee Sizemore nunca ha sabido hacer
las cosas a pequeña escala, por lo que su despedida me pareció grandiosa y
sirve de colofón a un cambio de actitud hacia los anfitriones que me parece
bestial. Maeve, por su parte, también se ha ido encariñando poco a poco de este
tipo socarrón, con algunos one-liners
para el recuerdo, y eso se vio cuando se despidió precipitadamente de él. No
quería dejarle, pero él se ofreció voluntario. ¿Realmente Lee Sizemore está
muerto o podría volver? Es otra de las incógnitas que nos esperan de cara a la
tercera temporada. Si volviese, sería interesante ver qué hace respecto a los
anfitriones y si podría ayudar de nuevo a Maeve si esta sigue en el parque.
♥ Mis cuquis ♥ |
El último personaje secundario en
el que me quiero centrar fue el gran protagonista del octavo episodio, Akecheta, líder de la Ghost Nation. Tenía una percepción bastante negativa de
él, un hombre que acecha a una madre y a su hija en mitad de la nada, sin
aparente razón, aunque presuponemos que para matarlas. Un salvaje, a fin de
cuentas. Sin embargo, tuvo que llegar el
octavo episodio para que él mismo nos contase su historia, la de un hombre que
vive una vida sencilla, con su esposa Kohana, su tribu, hasta que le da por
explorar y se encuentra con el famoso dibujo del laberinto –cuando Arnold
obliga a Dolores a matarlo–, el cual
cambia su vida por completo. Justo cuando se obsesiona con él, pintándolo
en diferentes sitios, los ingenieros de Delos cambian su papel dentro del
parque, apartándolo de todo lo que tenía. Sin embargo, gracias a su encuentro fortuito con un Logan deshidratado, quemado por
el sol y con la cabeza completamente ida, Akecheta empieza a despertarse y a
recordar su vida pasada junto a su mujer. Esto nos lleva a su reencuentro y
a su posterior separación, a que Akecheta se dé cuenta de que están
sustituyendo a miembros de su antigua tribu por caras nuevas que interpretan el
papel de los que se han ido, y sus sospechas permiten que otros miembros de la
tribu también empiecen a darse cuenta de estos cambios. El momento más cargado de sensibilidad y de tristeza es en el que el
nativo americano se reencuentra con Kohana en el sótano a ritmo de Heart-Shaped Box de Nirvana –el
señor Ramin Djawadi crea unas piezas musicales y unas covers maravillosas, pero lo de esta temporada ha sido increíble–.
Nunca podríamos haber imaginado ni que el aparente salvaje tenía un corazoncito
escondido ni que hubiese sido uno de los primeros en ir tomando consciencia. La historia de Akecheta es trágica, parece
que nunca puede salirse con la suya, tener a su esposa al lado y vivir una vida
tranquila. Está en manos de otra gente, de los huéspedes y de los
diferentes integrantes de Delos, por lo que tiene razones más que suficientes
para encontrar esa puerta e ir a otro mundo, donde, como pudimos ver en la season finale, puede pasar el resto de
su existencia junto a Kohana. Otro trazo
de esa sensibilidad es conocer la verdadera razón por la que estaba tan
interesado en Maeve y su hija. Esta última salvó a Akecheta de una muerte
casi asegurada y él, a cambio, quiso cuidar de ellas, que “despertasen”, y
pudiesen ver y conocer algo de lo que él ya era consciente. Por eso los dibujos
del laberinto y que rondase por su casa de vez en cuando. Su historia, sus
razones, ese toque lleno de ternura, me parecieron redondas y ha hecho que le
tenga un especial cariño a este personaje. Además, me pareció estupendo que el episodio estuviese, en su gran mayoría,
narrado en lakota, una lengua que sólo hablan 2.500 personas en todo el mundo.
Da la sensación de que, por el momento, no volveremos a ver a Akecheta, que su
historia ha terminado ahí, pero con Nolan y Joy nunca se saben quién puede o no
volver.
Por si no te lo quieres perder:
Irene Galindo (@MissSkarsgard)
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