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25/7/18

Análisis De La Segunda Temporada De Westworld Parte I: "Is This Now?"

La segunda temporada de Westworld ha terminado y nos ha vuelto a dejar con el culo torcido, como de costumbre. Sin embargo, esta nueva tanda de diez episodios ha suscitado bastante movimiento entre sus espectadores al preguntarse si realmente lo que estaban viendo era bueno o una idea de olla que no tendría ningún tipo de solución ante los diferentes giros de guion planteados ni dirección a la que dirigirse. Sí que es cierto que la segunda temporada dista mucho de su primera, pues es completamente diferente, pero nos ha permitido profundizar en los personajes y sus relaciones, conocer sus motivaciones y darle voz a algunos que ya conocíamos, pero de los que poco sabíamos.

Antes de comenzar, me gustaría decir que este análisis sobre los diferentes aspectos de esta segunda temporada se ha divido en tres partes para facilitar su lectura. En esta primera parte hablaremos sobre Dolores, Maeve y Bernard; la segunda tratará sobre el Man In Black, la familia Delos y algunos personajes secundarios que han tenido mayor peso; y terminaremos con la tercera parte, versada en los conceptos que se han tratado y algunos temas sobre los que reflexiona la serie de HBO.

Dolores


No voy a negar que, cuando veo
este gif, siento cosas
Dolores Abernathy se erigió en la primera temporada como un personaje de lo más interesante, despertando del letargo de su propio código para encontrar así el Laberinto (The Maze), es decir, su propia voz, su consciencia. Además, en el final de la primera temporada, vimos cómo Dolores iba dejando poco a poco más espacio a Wyatt, el gran villano de la historia, y hacía de las suyas, como matar a Robert Ford en plena fiesta –esto es lo que yo llamo morirse montando un espectáculo–. En esta segunda temporada, podríamos decir que Dolores es una villana a los ojos del resto, una mujer que busca venganza por todo lo que le han hecho sufrir durante décadas de vejaciones diarias y que quiere conquistar el mundo de los anfitriones, es decir, el nuestro. Dolores desea jugar en otra liga, en una donde las posibilidades sean más grandes, más ambiciosas e infinitas. Quiere vivir su propia vida, y si se puede llevar algunas por el camino, no va a decir que no. Creo que el propósito de Dolores es comprensible y muy válido. Sin embargo, la forma en la que se ha llevado la trama ha sido a veces un poco cansina. Dolores matando sin ton ni son, cambiando la personalidad de Teddy para que sea más duro, menos misericordioso y se convierta, simplemente, en un soldado más o, mejor dicho, en el Ultimate Perrito Faldero; que no haya ni posibilidad de cuestionarla porque eso significaría una bala en la cabeza… Ha dado la sensación de que era todo el rato lo mismo, que no había mucha evolución hasta justo el final de temporada. A pesar de que Dolores y su propia lucha me gustan, para mí ha sido la trama más aburrida de esta segunda temporada. Como decía antes, Dolores/Wyatt es un villano ante los ojos del resto, pero ante los suyos es la heroína de su propia historia. Sin embargo, esta heroína peca de ser más una dictadora que otra cosa. Como le decía Bernard a Dolores al estar en la Fragua, la gente que cruza la Puerta lo hace porque ha tomado una decisión, es suya y de nadie más. A Dolores esto le repatea muchísimo porque, en el fondo, quiere hacer ver al resto de sus colegas huéspedes que su opción es la mejor, la más válida, pero no todo el mundo tiene las mismas motivaciones que ella. Parece que eso no lo termina de entender hasta la season finale, con ese gesto de depositar a Teddy en ese Edén virtual llamado The Valley Beyond (el Valle del Allende).

No estoy llorando para nada, ¿eh?
Teddy, por su parte, ha pasado de ser un pelele del que nos reíamos, porque es el Kenny de Westworld, a despertarse y darse cuenta de lo que quiere o no hacer, lo que ha implicado que su final sea un poco como el rosario de la Aurora. El viaje de Teddy en esta segunda temporada no es tan interesante como el resto, ni mucho menos, pero sí que ese interés radica más en su relación con Dolores, en cómo esta va cambiando y cómo, en cierta forma, toda la pureza que la rodeaba se termina destruyendo cuando Dolores “sacrifica” al antiguo Teddy para convertirlo en el Teddy 2.0. Una de las cosas que se ha podido comprobar a través del personaje de James Mardsen es que poco importa lo mucho que cambie tu código porque no cambiará quién eres en realidad. Ha dado igual cambiar a Teddy porque, al final, sus motivaciones, sus verdaderos deseos, han vuelto a florecer –su lado misericordioso, la duda ante las decisiones tomadas por Dolores, su desacuerdo con lo que ella hace–. Lo que sí estaba claro desde un principio es que Dolores y Teddy no están al mismo nivel de consciencia, ella está mucho más “despierta” que él. Además, el papel de Teddy y Dolores en Westworld siempre ha sido muy diferente: él, el mejor y más rápido pistolero del lugar, un héroe de guerra; ella, la hija del granjero, dulce y modosita. Dolores tiene muchos más motivos para querer esa venganza, para buscar su voz y seguirla sin mirar atrás. Teddy tenía un papel cómodo anteriormente; a lo mejor su “nueva voz” le podría resultar hasta poco placentera.

¡BOOM!
El gran plot-twist de esta temporada vino en la season finale, cuando descubrimos que Charlotte Hale no era realmente ella –o al menos durante una parte de la trama–, sino Dolores suplantando su cuerpo e identidad para poder salir del parque de una vez por todas. A Dolores no le gustó ni un pelo que Bernard la matase y luego la trajese de vuelta en otro cuerpo, pero finalmente se da cuenta de que ella, los anfitriones en general, a diferencia de los humanos, pueden cambiar completamente –en este caso, físicamente–, y que este cambio era fundamental para poder salir de allí sin ser descubierta. Esto último no lo tengo tan claro, y todo recae en una conversación que puede resultar inocente, pero que diría que tiene mucho más peso del que, en un primer momento, se le puede dar. La conversación entre Stubbs y Holores me parece fundamental: él sabe que Hale no es realmente Hale, aunque él no haya estado in situ en la revelación que se da en la Fragua. La teoría es que Stubbs es un anfitrión, otro robot que, como Bernard, forma parte del staff de Delos Destinations. Como él dice, le contrató Ford hace muchos años –¿cuántos años en concreto? Porque él puede pensar que fueron X, pero lleva desde casi el principio y, claro, no se vería tan joven en ese caso– y que su impulso principal, su papel asignado, es ser responsable de cada anfitrión dentro del parque. Queda la duda de si Stubbs es consciente de lo que es –si la teoría es correcta, que aquí no hay nada confirmado–, y, si lo es, ¿cómo sabe que Hale no es Hale? Los anfitriones tienen esa red que los comunica entre sí y que les permite acceder tanto a la ubicación donde se encuentran como a la información que poseen. Esa sería una explicación de cómo Stubbs sabría que Hale no es ella. Otra puede ser que hubiese encontrado el cuerpo de Charlotte en el sótano donde Holores (Hale + Dolores) la dejó. Sin duda alguna, esa conversación tiene mucha chicha aún por explotar y podría ser una de las cosas que se podrían explorar en la tercera temporada. Eso si volvemos al parque.

Maeve


Until the end of the line
El impulso principal de Maeve siempre ha sido su hija. Fue el motivo por el que, al final de la primera temporada, se bajó de aquel tren con destino a la libertad. La madame convertida en jedi –mandar órdenes con la mente y parar el movimiento de los anfitriones la podría postular como tal– no ha parado en su búsqueda por reunirse con su hija y, al menos, ponerla a salvo. Durante esta segunda temporada, las tramas han versado sobre las relaciones interpersonales y la de padres/madres e hijos es una de las relaciones humanas más potentes que se pueden establecer. Maeve ha movido cielo y tierra –incluso ha visitado otro de los parques– para encontrar a su pequeña, una niña que no la recordaba y que tenía una madre sustitutiva. Por lo menos, Maeve hace funcionar su “magia” y la niña va recordando poco a poco, aunque nunca sabemos su postura, ni qué es lo que quiere. Me ha faltado un poco ese feedback de la criatura, una respuesta verbal, aunque se puede ver en el momento del sacrificio de Maeve que la hija no quiere dejarla atrás a través de sus gestos, pero, ¿es realmente porque la considera su madre o por el simple deseo de que no quiere que alguien muera? Si Maeve volviese –espero que sí, por Dios bendito–, no sabría muy bien por dónde podrían ir los tiros con su trama. Volver al tema de la hija sería repetitivo; su hija tomando una mayor consciencia y yendo a por su “primera” o “legítima” madre podría estar bien, aunque lo ideal sería que Maeve o, mejor dicho, su “cerebro” esté en el bolso que Holores saca del parque. Pero, ¿es realmente lo que quiere Maeve? Ella querría estar fuera con su hija, no sola, aunque sabiendo que está a salvo de la “mano del hombre”, sus intereses podrían ir por otros derroteros.

Maeve ha llegado al nivel Dios
Como decía antes, sus “poderes” han evolucionado considerablemente. Mientras que en la primera temporada veíamos cómo Maeve iba tomando consciencia de sí misma e iba ganando privilegios de administrador, por así decirlo, en esta segunda temporada todo esto se ha disparado. Ahora puede dar órdenes sin voz a través de la red que comparten todos los anfitriones, lo cual fue bastante útil en aquella lucha que tuvieron con los samuráis en Shogun World, y también ha llegado a parar el movimiento de sus compañeros, como vimos en la season finale. Esto último tiene una clara mano ejecutora y es la de Robert Ford. Como hemos visto durante toda la serie, Arnold tenía una “creación” favorita, Dolores, lo cual no le gustaba un pelo a Robert porque, seguramente, pensaba que todos los anfitriones deberían estar en igualdad de condiciones, nada de favoritismos de por medio. Sin embargo, el propio Ford también pecó en tener una favorita, en este caso, Maeve, a quien creó basándose en su punto de vista y filosofía. Robert quería que ella despertase y darle alas para volar, seguir el pensamiento que llegó a tener Arnold sobre sus creaciones. El momento de la conversación entre creador y creación es potente, tierno, una confesión, y, junto con ese beso en la frente, toda una declaración de intenciones. Ford quiere que Maeve viva, siga con su lucha hasta el final, pues queda todavía mucha historia que contar.

Sin embargo, su lucha, bajo mi punto de vista, ha “terminado” demasiado pronto. No me creo que no volvamos a ver a Maeve nunca más. Felix y Sylvester, con esa mirada cargada de pesar y dolor lo dice todo: van a intentar traerla de vuelta. Maeve es especial y perder a alguien así sería una desgracia enorme. Al menos esta parte de la historia ha terminado como ella misma quería, con su hija a salvo en un mundo donde el ser humano, en un principio, no puede hacerle daño. La forma en la que vemos a Maeve en el suelo, muerta, pero con una sonrisa en los labios, lo dice todo: ha hecho lo que tenía que hacer, se ha sacrificado por su hija, como siempre lo había hecho en el interminable ciclo que fue su vida como granjera, y lo volvería a hacer al salir de él. Es un final agridulce, pero perfecto para lo que se quería contar: una madre hará cualquier cosa por sus hijos, hasta sacrificarse por ellos.

Akane, menuda reina ella
En este viaje de Maeve la hemos visto, junto a toda su tropa, ir de un parque a otro, lo cual nos ha permitido conocer Shogun World, cosa que ya introdujeron los guionistas sutilmente al final de la primera temporada. Para algunos, toda esta parte de la trama ha sido soporífera, aburrida y sin mucho sentido. Personalmente me ha gustado. Ves que da igual en dónde estés, el núcleo de ciertas relaciones personales no cambia ni por el idioma ni por la cultura. Además, ves que por dinero se pueden plagiar las historias, sobre todo si no hay tiempo suficiente para pensarlas y desarrollarlas, como nos enseñan a través de Lee Sizemore, el guionista del parque que los acompaña. Ha sido gracioso ver a los doppelgängers y cómo la versión japonesa de Armistice se quedaba con ellos, lo cual ha sido una gran incorporación al grupo como luchadora. También me pareció maravillosa la batalla ante el Shogun con Maeve proclamándose una vez más reina y diosa –diría que no ha dejado de serlo en ningún momento, ni siquiera cuando la tienen postrada en una camilla mirando su código–. Como introducción de este nuevo parque no ha estado mal, pero sí que resultaría un poco decepcionante no explorarlo un poco más. El tema de los samuráis, el honor, la época Edo de Japón, las diferencias con Westworld, pueden ser muy atractivas, pero todo depende de por dónde pueden ir las tramas en la tercera temporada de la serie. Por lo que parece, vamos a abandonar los parques para seguir a los anfitriones que han salido al mundo exterior, al nuestro. Pero se podría ir alternando esa trama con otra con los parques. Todavía quedan otros tres por descubrir al menos su temática, cosa que me pica mucho la curiosidad. Sería una pena no revelarlos, a pesar de que no sea muy relevante.

Bernard


Bernard lo está pasando MAL, el pobre
Ay, Bernie, Bernie. No voy negar que tengo una debilidad por él y que me duele verle más confuso que un Pokémon durante toda la temporada. En la primera temporada, Ford le enseñó a Bernard que realmente no está “vivo” al nivel de un ser humano, sino que se trataba de un anfitrión hecho a imagen y semejanza de Arnold, el socio de Robert. Ahí es cuando Bernard ya necesitaba un momento para procesar todo aquello, pero vino la fiesta de los inversores, Dolores/Wyatt liándola parda y el pobre no pudo encajar bien todas esas piezas. Unas piezas, además, que han estado totalmente desorganizadas sobre el tablero durante esta temporada y que, poco a poco, hemos podido ir dando forma al puzzle del que formaban parte. Hemos podido ver el origen de Westworld como tal, a un Arnold enseñándole su casa a Dolores y quedándose todavía más fascinado por ella y, luego, hemos sido testigos de cómo ésta ha hecho algo por Bernard: le ha contado su origen. Este no fue creado realmente por Robert Ford, sino por Dolores y la cantidad ingente de recuerdos que guardaba de Arnold. Sin embargo, Dolores, siendo bastante lista, opta por no llamar a esta nueva creación “Arnold”, sino Bernard, porque nunca será tan fiel al original y este ha muerto –sería raro que todo el mundo supiese que Arnold ha muerto y de repente vuelva, ¿no?–. Así que de esta manera “nace” Bernard, gracias al ojito derecho de Arnold, lo cual me parece todo bastante poético, bonito y se cierra una especie de círculo. Conocer su origen, ir descubriendo poco a poco todo lo que ha hecho sin ser “consciente” de ello y su búsqueda de la Fragua ha propiciado algo que era esperable: el hallazgo de su propia voz. Podríamos decir que ese es el último paso en el despertar que todo anfitrión experimenta y Bernard no iba a ser menos. Después de cómo le ha tratado Ford, como un pelele al que llamaba “amigo”, al que ha utilizado para matar y secuestrar a empleados y luego borrarle la memoria para “no hacerle sufrir”, Bernard merecía encontrar su propia consciencia, esa misma que le dice, después de la muerte de Elsie, cómo traer a Dolores de vuelta, pero no en su cuerpo, cómo salir del parque sin ser detectado, etc. Y no es de extrañar que sea Robert Ford quien encarne a su propia voz. Él ha sido quien le ha indicado en todo momento lo que tenía que hacer y también lo hizo en esta temporada al introducirse como un fragmento de código en Bernard, hasta que este decidió que ya estaba harto de su presencia. Ford es una especie de refugio, una manta caliente donde cobijarse, igual que el “yo” puede tornarse en un lugar cómodo y placentero donde encontrarse cuando el mundo exterior es demasiado bullicioso. La consciencia de Bernard ha llegado justo al final de la temporada, por lo que espero de veras que vayamos viendo en la siguiente cómo va a lidiar con ello, cómo se va a enfrentar a la lucha que tiene por delante con esta nueva “herramienta” que posee.

Bernie está hasta los cojones
Al final de la temporada, como decía, comienza una lucha, la de Dolores contra Bernard, dos polos opuestos que tienen dos relaciones muy diferentes con el ser humano. Mientras que Dolores desprecia a los humanos por todos los años de maltrato que ha sufrido, al ver que la existencia de los anfitriones es sólo un paso en su búsqueda de la inmortalidad y que sus vidas pueden resultar bastante patéticas, Bernard sigue viendo su belleza, confía en ellos, en que no van a traicionar a su especie y en que ambas pueden convivir perfectamente –él lo ha hecho en cierta forma cuando se consideraba un humano y no conocía su verdadera naturaleza–. Esta postura se debe a que las interacciones que Bernard ha tenido con humanos han sido muy buenas: no le han maltratado, pegado, violado y un largo etcétera como les suele pasar a los anfitriones en los diferentes parques, sino que le han introducido como un ser humano, le han tratado como tal. Realmente su existencia no ha sido como la de un anfitrión, sino como un humano que, en realidad, es un anfitrión que no tiene ni idea de lo que es. Las experiencias “vitales” de Dolores y Bernie distan mucho porque la idea sobre su naturaleza que tienen los interlocutores con los que interaccionaban era muy diferente. Sólo hay que ver cuando Elsie conoce la verdad. La considerada “mano derecha” de Lowe cambia la forma de relacionarse con él al descubrir que es un anfitrión y no un ser humano. Ya no se fía de él, su trato se vuelve un poco más frío y distante –cosa que me duele, pero es comprensible–, aunque ciertos vestigios de cómo era su relación anteriormente siguen ahí y salen a flote –como el momento en el que le ayuda a repararle–. La muerte de Elsie supone un mazazo espectacular para Bernard. Ha visto de primera mano cómo los humanos no dan un duro por los de su especie, así que por los anfitriones darían mucho menos. Ve que Dolores tiene cierta parte de razón: si quieren sobrevivir, tienen que luchar y salir del parque para poder hacerlo. Allí sólo les quedan dos opciones: o vivir en The Valley Beyond, de manera virtual, o hacerlo en su forma corpórea, pero bajo los deseos de los huéspedes. La opción de salir del parque se torna cada vez más tentadora y hasta un Bernard confuso puede ver eso.

Ahora el que está desnudo eres tú, Bernard
Dolores, al salir del parque junto con cinco anfitriones más –o con sus “cerebros”, mejor dicho– culmina el deseo de Arnold, terminado por las manos del titiritero por excelencia, Ford: que sus creaciones sean libres. Cómo no, Dolores trae de vuelta a Bernard, quien se ha proclamado su enemigo. Dolores va a querer matar a todos los seres humanos para que los suyos puedan sobrevivir; Bernard quiere preservar a ambos bandos y, posiblemente, hacerles ver que pueden convivir perfectamente –aquí mi amigo Bernie es un idealista de cojones, todo hay que decirlo. Si lo seres humanos no podemos vivir en paz y armonía entre nosotros, ¿tú crees que lo podríamos hacer con máquinas que se parecen a nosotros, que pueden durar más, ser más resistentes, más fuertes, que nos superan en muchos aspectos, y no morirnos de envidia, no intentar, en algún momento, ir en contra de nuestra creación? Ya vemos cómo William quiere terminar con todo esto–. Esta batalla entre ambos robots podría resultar impersonal, fría, pero es todo lo contrario: son dos viejos amigos enfrentándose por ideas (e ideales) distintos, lo cual le da un cariz bastante triste al asunto. Creo que, en el fondo, ambos se quieren, han pasado mucho tiempo juntos estudiándose el uno al otro e ir en contra de alguien con el bagaje que comparten es duro. Cabe la posibilidad, como dice la propia Dolores, de que mueran durante el proceso, aunque habrá valido la pena si su especie sobrevive. Este nuevo estado de la relación entre estos dos puede ser interesante de ver, igual que esta nueva etapa en la revolución de las máquinas. Su salida al exterior me parece ambiciosa y me espero grandes cosas de ella. Ojalá el hype no me traicione y los guionistas me sigan sorprendiendo.

P. D: Sobre si Stubbs es o no un huésped, podemos confirmar que sí lo es, dado que tanto Lisa Joy como Frederick E.O. Toye, director del último episodio, lo han confirmado. Os dejo con algunas pistas recopiladas por Vanity Fair que ya nos dejaban entrever durante la primera temporada dicha revelación.

Por si no te lo quieres perder:



Irene Galindo (@MissSkarsgard)

2 comentarios:

  1. Hola Irene:

    Completo analisis de estos 3 personajes, solo algo que añadir: Cuando vi la conversacion entre Dolores y Stubbs, interprete que sutilmente le indicaba que sabia quien era ella, que el era anfitrion y que era consciente de su funcion dada por Ford desde el principio. Quise confirmarlo y busque en la red, Lisa Joy y el director del ultimo episodio confirmaron en entrevistas que es anfitrion y consciente de ello.

    Un saludo :)

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    1. Muchas gracias por tu comentario, John.

      Es algo que también interpreté yo, pero no quise dar nada por supuesto pues quedó un poco "vago" en la serie. Preferí abordar el tema como una teoría que existe desde la primera temporada, a como algo cannon de la serie.

      Acabo de buscar por Internet lo que comentas y ahora mismo añadiré el artículo donde están las declaraciones de Lisa Joy.

      Otro saludo para ti ;)

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