No tenía grandes expectativas con este capítulo, la verdad.
Creía que iba a ser un capítulo de relleno más, que se centraría en el
Storybrooke de 1983 en el que no pasaría nada en absoluto. Pero todo lo
contrario, ha sido un capítulo muy interesante, que se ha movido entre el 1983
y el presente, con el que nos han dejado con una semana por delante para
comernos las uñas.
En 1983 tenemos a Regina despertando y observando por la
ventana su creación, que era una imagen que quería ver. Regina paseando por
Storybrooke por primera vez con una sonrisa triunfal, de poder y control, sobre
todos y cada uno de sus habitantes, viéndolos sufrir, con lo que disfruta
inmensamente, y Regina tras unos días de aburrimiento en un Storybrooke en el que
ocurre lo mismo día sí, día también, quejándose a Rumple de que eso no era lo
que ella había pedido (como si fuera un regalo de Navidad). “It’s not real”, le
dice.
También tenemos a Regina encariñada con el pequeño Owen al que,
sin quererlo, le hace mucho daño. Entiendo la necesidad de Regina de querer a
alguien, de proteger al niño, pero esa forma de amor materno tan posesiva no la
ha llevado ni la llevará nunca a ninguna parte, llegando al extremo de casi
secuestrar al niño, al que deja marchar pidiéndole perdón, pero reteniendo a su
padre. Y está la desgarradora escena en que Owen, desesperado, regresa con la policía a
Storybrooke para recuperar a su padre y
se encuentra con que la ciudad no está ahí, nadie puede verla, ni sabe de su existencia, excepto él.
Y nos preguntamos: ¿quién es Owen? Pues, tenemos que
recordar a Greg, el herido del accidente de coche que tenían abandonado en el hospital. Ese es Owen, y ha vuelto a Storybrooke para encontrar a su padre, y se dedica
durante todo el capítulo a fotografiar la ciudad y los sucesos extraños que
ocurren en ella. Ya solo nos queda saber quién es “her”.
En la actualidad, tenemos a Henry, huyendo para destruir la
magia, ya que tienen que contarle toda la verdad sobre la muerte de Cora tras
un intento fallido de ocultársela. Henry pide a Regina que mantenga a su
familia unida, y ella destruye el hechizo que iba a utilizar sobre Snow, aunque
eso no signifique que la guerra acabe ahí…
A la vez, durante todo el capítulo, tenemos a Snow, demacrada, en la cama, con la culpa comiéndosela por dentro hasta que decide ir a rogar a
Regina que la mate. Por supuesto Regina no lo hace, y se regodea enseñándole (literalmente) a
Snow cómo su corazón se está volviendo oscuro y malvado, como el suyo, algo con
lo que tendrá que vivir. Y no es que me parezca bien lo que hizo Snow, pero
también entiendo que lo hiciera para proteger a su familia, algo que cualquiera
haría.
Por último, pequeñas cosas que quiero destacar: la magnífica
aparición de Graham, el precioso pelo de Ruby, la escena de papás ejemplares de
Emma y Neal cuando Henry se va “al baño” con su cara de “¿dónde está mi hijo?” (cada vez me parecen más monos éstos dos), y la persecución policial nivel Storybrooke, que me ha parecido muy graciosa, más que emocionante, y porque ha sido algo nunca visto.
Me parece que con tan buena crítica y descripción, me voy a hacer fan de "Erase una vez"... porque de doralais ya lo soy. ¡Felicidades! ♥
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