Lo sé, lo sé. Sé que llego demasiado tarde a hablar de esta maravilla que ha sido Hannibal, pero tratad de entenderme antes de quitarme el carnet de fan: cuánto más me entusiasma una serie, más me cuesta despedirme de ella. Y Hannibal ha sido, en muchos sentidos, LA serie. Saber que la obra cumbre de Bryan Fuller (con el permiso de Pushing Daisies y compañía) se despediría definitivamente de nosotros con su tercera temporada era un plato demasiado difícil de digerir. ¿Que ya no iba a haber más tórrido romance gay gore entre Will y Hannibal? NO, NO y NO. Inasumible. Inconcedible. Inaceptable. IMPOSIBLE.
Pero sí, mis sofisticados compañeros de velada (permitidme el tono pomposo, la ocasión lo merece), Hannibal ha llegado a su fin. Tres temporadas -todo un milagro- ha dado de sí una serie que siempre le quedó grande a la NBC. Y, degustado el último plato, tengo que decir que no me siento tan triste como esperaba: ha sido un banquete tan redondo, y un cierre tan perfecto, que incluso me alegra que este haya sido el final de un viaje demencial en el que Fuller y Mads Mikkelsen consiguieron lo (casi) imposible: que otro actor, más allá del mítico Anthony Hopkins, estuviese a la altura de Hannibal Lecter.
¡Destripes a partir de aquí!
Por supuesto, no todo fueron rosas durante el camino. Quizá fuese por la emoción de haber logrado una segunda temporada tan redonda (de cuyo espectacular finale ya os hablé), pero siento que Fuller y el equipo creativo se volvieron demasiado, ¿íntimos?, en la primera parte de la tercera temporada. También puede ser que yo sea catetito (la opción más probable, para qué engañarnos), pero me costaba tragarme ciertos diálogos: mención especial a las charlas de porreros entre Will y Chiyoh. ¿Ellos mismos sabían de lo que hablaban? Lo dudo. Se esforzaron tanto por cuidar los diálogos, por empaparlos de simbología e inteligencia, que olvidaron que resultasen más naturales.
La etapa en Florencia es realmente bella, en estética Hannibal nunca decepciona, y todas las escenas entre Gillian Anderson y Mikkelsen son oro puro (probablemente nunca olvidemos ese baño). Que Fuller ame tanto a Gillian y permitiese que Bedelia Du Maurier se quedase revoloteando más tiempo del esperado -cuando cualquier guionista menos creativo se la habría quitado de en medio en la segunda temporada-, fue una decisión muy acertada. Porque no solo con Will: las relaciones entre Hannibal y Bedelia, y entre Hannibal y Alana (de la que hablaré más adelante) también han sido donde la serie más ha brillado.
Pero os seré sincero: el viaje de Will por Europa me aburrió muchísimo a ratos. O no supe entenderlo, o no lo estructuraron de manera tan atractiva como yo esperaba. Y mejor no hablar de Jack Cranford, totalmente innecesario esta temporada excepto como "excusa" para que Will Graham volviese al terreno de juego en la segunda parte de la temporada, que es donde Hannibal por fin me dejó completamente sin respiración y, además, recuperó a los secundarios que queremos y que tanto enriquecen el universo de la serie. El carismático y guaperas doctor Chilton, la intrépida e indestructible Freddie Lounds, e incluso los simpáticos graciosetes de la morgue. Y todos ellos sin olvidar a cierta compañera que terminó siendo comida china. #WeMissYouBeverly
¿Que si Hannibal se "tomó demasiado en serio" a sí misma parte de la temporada? Es posible. Lo que sí resulta evidente es que volver a centrar la acción en Estados Unidos, con un nuevo "caso procedimental", le sentó maravillosamente bien. Richard Armitage y Rutina Wesley han hecho un magnífico trabajo; han sido secundarios llenos de fuerza que han servido para lo que interesaba: poner contra las cuerdas a nuestros protagonistas. Porque el Great Red Dragon ha tocado los cojones, y bien tocados. Os lo podría confirmar el pobre Chilton.
Convertir a Chilton en un ñordo humano a la brasa, efectivamente, ha sido interesante por ver cómo afectaba a Will y Alana. Ellos (y Hannibal por descontado) fueron culpables indirectos de que fuese secuestrado por nuestro psicópata vanidoso -o sea, un flipado de toda la vida, pero además asesino-. En el caso de Alana sirvió para derrumbar su fachada de mujer fría de trajes impecables. Sus lágrimas por Chilton nos recordaron que, en realidad, ella tiene una gran sensibilidad y aprecio por el género humano. ¡Pero es la única en toda la serie! En el caso de Will sirvió para rematarle: por fin, aparentemente, aceptó su "oscuridad". Y Bedelia, por si quedaban dudas, le escupió LA pregunta en la cara...
Sobre el series finale
El 3x13 "The Wrath of the Lamb" es un capítulo redondo por muchas razones. Todas las tramas explotan de manera inteligente; como espectadores, sentimos que siempre nos estuvieron guiando de manera calculada y brillante hacia este preciso final. Todas las piezas encajan. La trama de Alana, un personaje tan injustamente infravalorado por algunos fans (¿por qué no amáis a Alana, insensatos?), culmina con un último y espeluznante cara a cara entre ella y Hannibal en el que él recuerda su promesa. Todo el tiempo que Alana ha sobrevivido a Hannibal en su cocina ha sido tiempo prestado, tiempo que a él le pertenece. Desde que ella eligió ser valiente, se condenó a sí misma. POR-FAVOR. ¡No me digáis que no saltan chispas entre esos dos!
Pero, evidentemente, si tenemos que hablar de chispas y de LA pareja de la serie, debemos referirnos sin ningún asomo de duda a Will Graham y al doctor Lecter. ¿Ha existido alguna vez sobre la faz de la Tierra serie más gay que Hannibal? La respuesta, exacto, es que NO.
Will quiere una cita con su amorcito, y para liberarle se inventa una excusa pedorra: usarle de cebo para atraer al Great Red Khaleesi. Pero ya sabemos que en este universo narrativo Jack es un incompetente y los policías unos inútiles, y por supuesto Hannibal pronto escapa y acaba caminando libre como Perico por su casa. Mi pez de colores haría dispositivos policiales mejores que estos. Pero Hannibal es así: se trata de buscar la emoción, la estética, la poesía... y la lógica en ocasiones debe ser irrelevante o, como mínimo, debemos ser poco exigentes con ella por el bien mayor.
Una reunión con copas de vino en una casa oculta de Hannibal sirve para que él y Will se pongan a tono. ¿Habrá por fin sexo gay? ¡No! El dragoncito se une a la fiesta y pretende hacer un trío sangriento con ellos. Por supuesto, él no es más que un imprevisto, una línea de la trama que ya había perdido toda su relevancia: tras ser eliminado, quedaban quienes realmente importan. Quienes siempre han importado. Will. Hannibal. Y EL esperadísimo MOMENTO GAY DIRECTO. Will abraza a Hannibal, que le recibe rendido, con gusto. Creemos que Will, de esa forma, también está abrazando su oscuridad. Sin embargo, Will, como ya sucedió con Freddie Lounds, nos la juega: él nunca aceptará su oscuridad. Se precipita hacia el barranco junto a Hannibal y pone fin a esta suerte de cuento demencial romántico en el que no aceptaba una vida sin él ni con él. Como si una buena obra de Shakespeare se tratase, el acto se cierra en tragedia... lo cual es previsible, pero también hermoso y absolutamente redondo.
Ha habido cosas que he echado de menos esta temporada de Hannibal. Me habría encantado ver otros casos procedimentales, quizá recortando algo de la trama de Florencia, y me habría gustado que se hiciese un poco más de hincapié en la relación entre Will y Alana. No obstante, el tramo final ha sido tan espectacular que les perdono la torpeza del arranque. Hannibal ha sido una serie totalmente rompedora, exquisita, fisna hasta decir basta, sobre la que, sin duda, muchas otras tomarán nota en el futuro. Porque hay muchas formas de contar una historia, y la manera en que lo ha hecho Hannibal ha sido, con sus más y sus menos (quizá a veces con susurros de más), inteligente, creativa y llena de belleza.
Hasta siempre, Hannibal. Ha sido todo un placer.
PD: ¿Qué opináis sobre la última escena? ¿Qué significado le atribuis a la cena macabra de Bedelia? ¿Será ella la "nueva Hannibal"? ¡Me encantaría leer vuestras impresiones! Un abrazo, Fanibals.
Isidro López (@Drolope)
A pesar de que se los cargan sin contemplaciones ha sido una temporada que ha crecido pese al arranque lento y monótono de Florencia. Esa relación gay obsesiva entre Hannibal y Graham no podía terminar bien y yo esperaba que acabase de nuevo en el psiquiátrico por lo del pobre doctor Chilton (ahí fueron todos culpables) y haber encauzado la historia hacia El silencio de los corderos pero no sé yo por qué ciertos sectores no les dió la gana. Sobre Will y Hannibal aparte del contexto que todos le dan veo una tracción oscura, los dos son asesinos, los dos no tienen reparos en planificarlos, Will es esquizofrénico... todo eso atrae a dos mentes maestras para acabar mal lógicamente. Sobre Alana ha sido un personaje que me ha gustado mucho y ha sido un cambio muy radical ver que acababa con Margot, la hermana medio tocada del loco de los cerdos y sobre Freddie Lounds (mi favorita) ha sido un gran personaje, cómo nos la coló cuando pensábamos que Will se la había cargado, un personaje con chispa. Y por último el personaje de Gillian ha sido redondo, una gran actriz con un gran papel. A mí me gusta pensar que ha terminado sucumbiendo a las "sesiones" de Lecter y va a devorarse a sí misma hasta donde pueda llegar. Hannibal no iba a dejarla escapar.
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