Matthew Weiner se ha propuesto
asumirnos en un estado total de desolación con la despedida de Mad Men, como si ya decirle adiós para
siempre no fuese motivo de peso para sumirnos en la depresión más absoluta. Si
ya dije que el episodio de la semana pasada tenía unos tintes muy de despedida,
este ha ido a más, mucho más. Si quieres enterarte de lo que ha pasado, no
dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*
La pasada semana dejábamos a Don
Draper surcando el horizonte con su coche sin un destino aparente, sólo
conduciendo por amor al arte y un poco con el propósito de desintoxicarse del
último “hogar” que había conocido vagamente: McCann. Hoy le seguimos en esta búsqueda de sí mismo, en este convertir su
aburrida y desastrosa vida en una aventura, un deseo de una madre presente
para su hija – a esto volveré más adelante –. Pero como todo en esta vida, algo
sale mal, el coche se te estropea y hay que tomarse un descanso en el camino
para solucionar la situación y volver a él. En este pueblecito, quiero pensar que Don encontró un ambiente
hogareño, incómodamente cercano para él y con un pillín que intenta sacar
tajada de la situación precaria del lugar. Sin embargo, parece que cada vez
que Draper encuentra un refugio, incluso llega a sentirse a gusto por un mísero
segundo, algo se tuerce. La reunión de veteranos
ha sido un enfrentamiento con su pasado, a lo que hizo, cosa que transformó
su vida por completo y le ha hecho ser quien es ahora, dejando atrás a Dick Whitman
y convirtiéndose en el hombre exitoso que se lleva a las tías de calle, creativo,
con labia y con la mente rápida para encontrar siempre el camino que le lleve a
la gloria. He sentido miedo cuando se ha confesado porque esa reacción de los
camaradas ha sido tan familiar, tan de amparar a alguien en un momento muy
complicado no sólo de compartir sino de superar que creía que no era real. Me
imaginé totalmente lo opuesto, unos gritos y zarandeos, echarle del lugar o
incluso del pueblo. Lo que pasa es que no saben la segunda parte, la de que ese
hombre que ven ahí no es quien dice ser. Como he dicho anteriormente, a pesar
de los cánticos y las historias tristes de la guerra, el sol a veces se tropieza
con una nube, y esta ocasión no iba a ser menos. Don es despertado en mitad de la noche por los hombres con los que
había estado bebiendo horas antes, sujetándole y pegándole con una guía de
teléfonos al ser acusado de haber robado el dinero de la colecta para
ayudar a un tipo que se le había quemado la casa. Yo me imaginé lo peor: que
habían descubierto quién era en realidad – un poco incentivado también por la primera escena – o que, tras despejarse del estado de
embriaguez, habían visto que matar a su comandante, aunque fuese un terrible
accidente, era motivo suficiente para tomarla con él. Draper ya sabe quién le
ha tendido la trampa, el mismo pillín que quería timarle y sacar provecho de la
cantidad de dinero que tiene, ese que le permite no trabajar nunca más. Así que, más cabreado que una mona – y con
gran razón – amenaza al chico para que devuelva el dinero. Don se ve
reflejado en él, un muchacho en la intemperie rodeado por escasos cuatro
negocios que necesita ahorrar como un condenado para salir de ese agujero
perdido de la mano de Dios; un muchacho que tiene que arreglárselas y utiliza
las trampas y jugarretas para conseguir su objetivo. Don vuelve a acordarse de
Dick Whitman, el chaval que creció sin madre, con una madrastra que le odiaba,
quien convivió rodeado de prostitutas y perdió la virginidad con una de ellas
porque le producía ternura ese niño inocente. Don ve que alguien tiene que darle esa oportunidad al chaval y decide
regalarle el coche, lo cual me ha dolido un poco porque, ¿qué pasará con
Don ahora? ¿Dónde le dirigirá su destino? Las posibilidades para el final de
Draper de cara a la semana que viene me parecen inmensas, infinitas, y
absolutamente nada claras. Pero es la magia de esta serie, que no sabes qué te
deparará.
Por su parte, Pete, al cual teníamos un poco perdido
de vista, ha tenido sus minutos en este episodio. Campbell se ve metido en un acuerdo que, de primeras, me ha
parecido un tanto extraño. Duck,
aquel hombre que cada vez que aparece deberían temblarnos las piernas ya que no
sabes qué jugada va a tener bajo la manga, le
pide un favor y es que vaya a hablar con un representante de unas aerolíneas
para que, como parte de McCann las rechace y le recomiende a él. Al final,
Pete ve que es más una especie de entrevista de trabajo para él que una simple
e inocente recomendación. Me resulta extraño por este motivo porque, sin
quererlo ni beberlo, este está
planteándose irse del lugar que le acogió hace un mes para embarcarse en una
nueva aventura en Wichita, pero no quiere hacerlo solo. Los breves momentos
que tiene con su exmujer, Trudy, le hacen ver que sigue teniendo sentimientos
por ella y que, por mucho éxito que tenga en el terreno laboral, no tiene a
nadie en el personal con el cual compartirlo y celebrarlo. Así que, como un loco enamorado, Pete aparece en su casa de madrugada
para decirle que quiere que ella y la niña – ¡qué monada, por favor! – vayan con él a su nuevo destino y volver a
ser una familia de nuevo. Se puede ver a Campbell esperanzado, alegre y con
cierto espíritu pero, ¿por qué tengo la sensación de que no va a ir bien? ¿Por
qué tengo la sensación de que Trudy a lo mejor se echa para atrás en el último
minuto? ¿Algún personaje de esta serie puede tener un final verdaderamente
feliz? Esta es una pregunta que, cuando estoy viendo la serie, suelo hacérmela
porque su respuesta es desconocida para mí. Todo puede pasar.
Se me escapa la lagrimilla |
Por último, el bombazo de este
episodio es la noticia de que Betty
tiene un cáncer de pulmón que se ha extendido por los huesos creando metástasis
por lo que, nuestra Birdie, va a morir. Ella ya le ha dejado claro tanto a
su marido como a su hija que no se está rindiendo en esta lucha, sino que
cuando te dicen que algo ha terminado hay que hacerse a la idea, aceptarla, como
lo ha hecho ella, por lo que no se va a someter a ningún tratamiento. Pero creo que lo verdaderamente importante
de esta noticia no es cómo afecta a Betty sino a Sally, quien va a
experimentar próximamente un cambio en su vida brutal en muchos sentidos. La
escena de la cocina me parece especialmente llamativa cuando ella se pone a su
hermano Gene en las piernas y le da un tierno beso. Es una imagen de lo que se va a convertir su vida a partir de ahora, o
por lo menos en un aspecto, ya que será como una madre para sus hermanos,
tendrá una responsabilidad para con ellos no sólo como hermana sino como su
cuidadora, quien vela por su bien hasta que sean mayores y puedan cuidarse por
sí solos. También hay que destacar la escena
de la carta, donde Sally, quien
no cumple su palabra y decide leerla antes de que ella muera, se derrumba al leer las instrucciones que
su madre le deja para su funeral y unas palabras de despedida para ella. “Siempre
me he preocupado por ti porque desfilas al son de tu propio tambor, pero ahora
sé que eso es bueno. Sé que tu vida será una aventura”. Pienso que es imposible
que a uno no se le humedezcan un poco los ojos, sólo un poco, con estas
palabras de una madre hacia su hija. Betty nunca ha sido de mis personajes
favoritos pero soy plenamente consciente que es muy importante para la historia
y sobre todo para Don que, a pesar de todo y como vimos recientemente, le sigue
teniendo un inmenso cariño. No puedo creerme que este sea el final de Betty
exDraper-ahora-Francis, la muerte, el final más absoluto. Prefería que fuese
feliz estudiando, haciendo algo que siempre había querido hacer y que había
pospuesto por las circunstancias del camino. ¿Será esta la última vez que la
veamos o sabremos algo de ella en la series
finale? Espero que sí a lo segundo.
En general, otro episodio con
tintes de despedida y con mucho dolor y tristeza, con un gran cambio que se avecina
para Sally que hace que se me claven alfileres en el corazón sólo de pensarlo.
Sé que es un avance en su madurez bestial, gigante, pero que le hará mirar las
cosas de otra manera. Cuando veo esta serie me doy cuenta de la gran tristeza y
el vacío que sienten todos sus personajes, que el tenerlo todo en esta vida no
significa que uno esté lleno por dentro, sino que simplemente tiene cosas y
estas no te transmiten nada. Lo hemos visto desde el principio con Don, es algo
que se capta muy bien, pero el resto de personajes se han ido sumando a ese
carro. El último que lo ha reflejado es Pete, pero que ha decidido luchar
contra ello. La semana que viene nos despediremos de una gran serie, de una
parte de nuestra familia seriéfila. Preparad los pañuelos, comprad muchas cajas
porque las vais a necesitar. Mad Men se está marcando una segunda parte
de temporada magnífica, excepcional, y esto produce mucho más dolor y pesar
dentro de nosotros. Tranquilos, el dolor pasará pero el recuerdo se quedará, y
nosotros estaremos aquí para ofrecer consuelo a través de los comentarios. Nos
tenemos que unir en los malos momentos, ¿no creéis?
Por mi parte nada más excepto
animaros a que compartáis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa
que se os haya pasado por la mente al ver el episodio mediante los comentarios.
Siempre son bienvenidos y muy agradecidos, sobre todo porque me permiten
conocer vuestro punto de vista y eso es un placer.
¡Hasta la semana que viene!
P.D: Os dejo esta review de Vox donde la parte de Sally y Betty está tan bien retratada, con tanta belleza, que es imposible que no te conmueva por dentro.
Irene (@MissSkarsgard)
Que buen capítulo, nunca pensé sentirme tan triste por Betty, nunca fue de mi agrado y hasta me daba gusto como la ridiculizaban en la 5ta temporada, pero Weiner sin que uno se diera cuenta nos hizo encariñar hasta con los personajes más odiados (menos Megan). Me deja demasiadas preguntas este episodio ¿Que van a hacer los hijos de Don cuando se muera Betty? ¿Irán con Henry o con Don? ¿En el caso de que Don sea el encargado como hará, dejará su libertad absoluta? ¿Se olvidará de Diana? y muchas más jajaja. Yo personalmente creo que la historia de Pete ya está cerrada, como las de Joan, Peggy (quizás mostrar si encuentra pareja o no), Roger. Me parece que solo tienen que mostrar una escena de como van a terminar para despedirnos de ellos, el próximo episodio debería estar centrado enteramente en Don o Dick, a lo mejor termina asumiendo que el nunca fue Don Draper, su final no está nada claro.
ResponderEliminar¡Nos vemos por última vez en el capítulo final!
¡Gracias por tu comentario, Miguel!
EliminarBetty nunca fue de mi agrado tampoco, es más, la soporto poco, pero sí que me he sentido mal por ella o, más bien, por su hija, quien no creo que se merezca quedarse sin madre tan pronto. En cuanto a tus preguntas, creo que quien se tendría que quedar con los niños es Don, que para eso es su padre. Vale que Henry ha estado ahí pero no es lo mismo. Son sus hijos, quiera o no, así que debería hacerse cargo de ellos, sacrificando lo que tenga que sacrificar.
Las historias se van cerrando poco a poco. Algunas tienen tintes a despedida como la de Pete o la de Joan, pero yo apostaría que nos tiene que enseñar algo más de Peggy como mínimo y sí, centrarse ya en Don, quien tiene un final muy abierto y lleno de posibilidades. A ver qué nos tiene preparado el señor Weiner.
Un saludo.
Betty siempre fue desagradable. Me dio mucha pena Sally, porque siendo tan chica va a tener que ocupar el lugar de madre o ese espacio maternal.
EliminarYa terminada la serie, entiendo que lo correcto es lo que sucedió, que no se fueran con Don. Porque él no podía controlar esa parte de su vida y era necesario que no la controlara para llegar a su estado de felicidad.
No es que no pueda controlar esa parte de su vida, a mi parecer creo que Don ha pasado bastante de su familia como para que ahora venga y quiera hacerse cargo. Entiendo que Betty no le quiera como responsable de sus hijos después de visto lo visto.
EliminarEn cuanto a su felicidad, primero tiene que estar bien consigo mismo, aceptarse tal como es y así luego podrá rodearse de gente y disfrutar. Le faltaba el primer paso que es el fundamental.
Un saludo.
Excelente capítulo men.
ResponderEliminarLloré un poco, lo admito.