Quedan sólo dos episodios para
decir adiós a Mad Men y ese tono a despedida se está
haciendo cada vez más consistente, un poco como el humo que nos ha ido
acompañando a lo largo de los siete años de la serie. De todas formas, los
publicistas de Madison Avenue siguen dejando el listón muy alto todas las
semanas para el disfrute de los fans. Si quieres saber lo que ha pasado, no
dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*
Me recuerda al póster promocional y lloro |
La semana pasada decíamos adiós a
una etapa en la vida de nuestros personajes debido a que McCann absorbía por completo a la agencia y, por tanto, cada uno
tenía que decidir si irse con ellos o no. A pesar de las pataletas y la
frustración del momento, la mayoría han
decidido continuar su camino con la empresa madre e irse trasladando poco a
poco a las nuevas oficinas. Uno de los primeros ya asentados ha sido Don,
quien ha visto cómo su secretaria – por favor, una estatua a esta mujer que
cada día me cae mejor aunque peca de inocente a veces – se ha convertido casi
en su madre y le decora hasta su nuevo apartamento, o le lleva de la manita a
su despacho para que no se pierda. Adorable. Al principio, Draper se siente querido y a gusto en su nuevo hábitat
pero será la reunión con Cervezas Miller un punto de inflexión en el episodio
en sí, mostrándonos que no es oro todo lo que reluce. Don se siente vacío a
pesar de tener casi todo, no totalmente a gusto, un poco perdido entre tanto
cambio. Antes eran pocos en las reuniones y él se lucía, ahora se luce el cliente
y la sala está abarrotada. Así que, tras salir de la reunión – fuck this shit! –, decide ir a por su hija a la casa familiar, pero ella ya no está allí.
Esto en cierta forma también le trastoca, le golpea, ya que se va dando cuenta,
y Betty se lo recalca, que Sally está
creciendo y convirtiéndose en una mujer independiente. Destacar el momento cómplice entre Don y Betty, muy
dulce al mismo tiempo y que me ha sorprendido. Estos dos son como el perro y el
gato, a veces mantienen las distancias pero otras saben cómo convivir y
recordar de alguna manera su pasado juntos. Betty ha sabido salir adelante y
buscar su propia felicidad, no sólo con su nuevo marido sino también persiguiendo
una carrera universitaria. En cambio, Don sigue
persiguiendo esa felicidad, algo que se ve a continuación cuando coge el coche
y se va a Racine en busca de Diana, la camarera y la última mujer que le ha
robado parte de su corazón. Como ya dije, Diana es una mujer rota que tiene que
buscar la manera de recomponer las piezas, con un pasado y unas decisiones
erróneas que la pesan; se ve cierta similitud con Don, de cuyo pasado ha huido
al suplantar la identidad de otro hombre y haber cometido muchos errores a lo
largo de su vida – como casarse con Megan, algo que no le perdono –. Sin
embargo, no encuentra ninguna pista
acerca de su paradero y el exmarido le espeta que el único que puede salvarla
es Dios, no él, pero, ¿realmente quiere salvarla o es que Don quiere
encontrarla para que los dos puedan salvarse mutuamente? Como ya dije, me
parece que Draper podría casar bien con esta chica porque son personas tan
jodidas que, en sus momentos oscuros, pueden sostenerse el uno al otro, aunque
también se puede convertir en una pesadilla visto desde fuera. Por otra parte,
me pareció una mujer muy humilde, algo que no le viene mal a un Don que se lo
tiene muy creído y eso lo hemos visto en este episodio. Ese gesto que hace cuando
uno de McCann le repite las mismas palabras que el jefe le había dicho a él a
Ted nos hace ver que no le ha sentado nada bien, Don quiere ser único en su especie, ser el salvador de la empresa,
y más si te dicen que eres la “ballena blanca” del tipo. Este tipo de cosas no
ayudan en absoluto. Así que, dándole una vuelta al título del episodio, al final de este Don decide perderse en el horizonte
y dejarse llevar acompañado de un autoestopista. Tengo la sensación de que
le encanta hacer este tipo de cosas como recoger a gente de la carretera y
viajar con extraños, no sé si vosotros sentís lo mismo. Cerrando el tema de
Don, me ha parecido un toque cómico y especial que se le apareciese Cooper en el coche como esa voz de la conciencia,
como una autocrítica de la posible estupidez que está cometiendo. Realmente
Cooper tiene razón, a Draper le encanta jugar al forastero, llenar las
estancias con su presencia, poner los ojos en una chica guapa, hacerle temblar
con la mirada y que sucumba al deseo del tipo bien vestido con traje y con gran
labia. Siempre nos lo han presentado así y, como hemos visto con el paso del tiempo,
es muy difícil que cambie porque, amigos, Don Draper sigue manteniéndose fiel a
sí mismo pero con alguna que otra herida por los baches del camino.
Joan, la princesa guerrera |
Otra que ha empezado bien pero que ha terminado desistiendo ha sido
Joan quien, como ya sabía, no la iban a tomar en serio. Primero le ponen a
un tipo que la caga estrepitosamente en una llamada con uno de los clientes más
importantes de la pelirroja, Avon, y luego cuando va a por ayuda el tío sólo
quiere “congeniar” con ella para tirársela. ¡Menudo ascazo que me ha dado! Pero
ahí no acaba la cosa. Siguiendo el consejo de su novio, Joan se pone chunga y en plan guerrera total con el jefazo, el cual no
da marcha atrás en ningún momento y se enfrenta a ella. A Joan sólo le
queda una salida digna, marcharse y
buscar un lugar en el que la consideren como lo que es, una gran profesional
que se ha hecho a sí misma, que ha ido ascendiendo poco a poco en la cadena
empresarial. Creo que en cierta manera me lo esperaba ya que era todo demasiado
bonito como para durar en el tiempo. Esto no es Sterling, Cooper & Partners,
esto es otra cosa donde quien llegue tiene que adaptarse a lo que hay, que me
parece justo porque no se van a cambiar las cosas si funcionan, pero si Joan
pide cierta confianza, habría que darle al menos la oportunidad de demostrarle
los resultados de su trabajo al nuevo jefe. Una parte de mí se está cansando de
que la pobre no tenga éxito en su vida laboral, que siempre haya una traba o
que nunca la tomen en serio; no se lo merece y me da tanto asco como mujer,
pero como ya dije en la anterior review,
es porque Weiner ha sabido trasladar muy bien el pensamiento de la época. Ya se
me pasa.
PUTA AMA |
Pero con quien me quedo realmente
en este episodio es con el dúo
Peggy-Roger, el cual hemos visto poco pero cuando nos lo muestran siempre
brilla, y esta vez no iba a ser menos. Peggy
vive frustrada su traslado porque no tienen un despacho para ella y, para
añadir más leña al fuego, la han tomado por una secretaria – are you fucking serious, people? She’s Peggy
fucking Olson! –, lo que ha herido sus sentimientos. Por parte de Roger, no está preparado para el cambio después de haber luchado tanto por
mantener el barco a flote, y menos si te mandan con todos los viejales en
las nuevas oficinas. Así que, con música de órgano de fondo, estos dos se
encuentran y empiezan a darnos escenas que podrían pasar a la historia de la
televisión como míticas. Que si el cuadro del pulpo dando placer a una mujer y
la cara de Peggy, que si esta se achispa con el vermut y, mientras Roger le da
al órgano como todo un maestro, la Olson se dedica a ir con los patines por las
oficinas vacías – desde que vi los patines sabía que tenían que hacer algo con
ellos –. Creo que es una pareja que han explotado poco y me quedo con ganas de
más porque, como nos han demostrado, son fabulosos. Y si teníais alguna duda de
por qué Peggy Olson es una puta ama, su última escena disipará todas vuestras
dudas. Peggy, te adoro, te admiro y te venero con todo mi ser. Para mí, es el
mejor personaje de esta serie, con el que más me identifico, con el que más
sufro y me divierto. Es todo un ejemplo a seguir por el trabajo duro, la
superación, el plantearte ciertas cuestiones femeninas que toda mujer debería
plantearse como el tener hijos, casarse, seguir el “plan”, por así decirlo, que
Disney nos ha enseñado desde pequeñitas. Gracias por existir, Peggy. Gracias
por traerla a la vida, Elisabeth Moss. Gracias por retratarla, Matthew Weiner.
En general, un episodio que nos
sigue conduciendo hacia ese final inevitable y con el que vamos a sentir un
vacío grande, de esos que te llevan a hacerte un ovillo y llorar
desconsoladamente – venga, no lo niegues, que seguramente lo has experimentado –.
No os preocupéis, siempre podemos hacer terapia por las redes sociales o aquí
mismo mediante los comentarios. Sinceramente, no sé qué esperar del final que
se acerca, estoy muy en blanco sobre lo que puede ocurrir o no porque es un
mundo lleno de posibilidades. Mad Men no ha sido nunca una serie fácil de
leer entre líneas para conocer su futuro, por lo que tampoco me quiero
aventurar. Pienso que lo mejor que se puede hacer, con cualquier serie, es
dejarse sorprender. Las teorías están bien para un rato, echarse unas risas e
intercambiar puntos de vista, pero tener nuestra mente como un lienzo en blanco
y que sea el propio creador quien vaya llenándolo con sus ideas y sus deseos es
lo mejor. Así que dejaos sorprender, poned vuestras teorías a un lado y
disfrutar del viaje, que sólo faltan dos semanas para deshidratarnos de tanto
llorar porque no me extraña nada que vamos a emocionarnos.
Por mi parte nada más excepto
animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que
se os haya pasado por la cabeza mientras veíais el episodio mediante los
comentarios, los cuales son bienvenidos y muy agradecidos. Siempre es un placer
intercambiar unas palabras con vosotros y saber vuestro punto de vista.
¡Hasta la semana que viene!
Irene (@MissSkarsgard)
Me da pena de Joan, pero aquí la realmente luchadora es Peggy... Joan se tiró a aquél viejo para conseguir ser partner. Que luego es buena en su trabajo, correcto, eso no lo discuto, y hace bien en largarse, qué puto asco de tío...
ResponderEliminarPeggy es la puta ama :P
PD: estoy planteándome despertarme a las 5 am para ver la finale de TGW...
¡Gracias por tu comentario, Petrushka!
EliminarEstoy de acuerdo contigo en que la luchadora aquí es Peggy pero es que la decisión de Joan es cuestionable cuanto menos ya que se vio en una encrucijada, ella quería luchar por la agencia pero tenía que hacer eso o si no, perderían un gran cliente. Luego vio que podía aprovecharse de su decisión y se hizo socia, que creo que es lo mínimo que podía hacer ya que sólo faltaba que después de hacer "eso", que es cierto que fue totalmente voluntario pero pensando en un "bien común", lo hiciese por amor al arte.
Peggy es una diosa y se le debería dar trato de como tal, que ya nos lo ha dejado claro durante 7 temporadas :D
Un abrazo.
P.D: Yo no podría porque tengo clase pero intentaré no moverme mucho por las redes sociales, que los spoilers vuelan.