El temido día ha llegado, la
despedida a Mad Men ha comenzado y de
la mejor manera posible, poniéndonos un poco en situación tras el largo parón
y, al mismo tiempo, atacando a los sentimientos de Don Draper y a los nuestros,
por supuesto. Si quieres enterarte de lo que ha pasado, no dudes en seguir
leyendo.
*SPOILERS*
I. LOVE. HER. |
Sinceramente, después de tanto tiempo,
sin poder haber visto antes el 7x07 para refrescar la memoria y sin un previously que me pusiese en situación,
me he pasado todo el capítulo muy, muy perdida, pero eso no significa que lo
haya disfrutado bastante y se me haya pasado volando. Como he dicho
anteriormente, el principio del fin ha comenzado con un punto en común con el 7x07,
con una muerte. Si Bert Cooper nos dijo
adiós cantando, esta vez ha sido el personaje de Maggie Siff, Rachel Katz – apellidada Menken cuando estaba soltera –, aquella
mujer de negocios judía que llevaba los grandes almacenes de su padre en la
primera temporada, quien se ha despedido
de nosotros. No voy a negar que cuando ha aparecido en pantalla con ese
abrigo de chinchilla he reaccionado como toda una fangirl ya que me encantaba el personaje y me gusta mucho la
actriz. Gracias, Matthew Weiner, por haber traído de vuelta a mi pantalla a
Maggie Siff; estoy profundamente agradecida por ello. Sin embargo, cuando me he
enterado de que Rachel había muerto por leucemia me he quedado como Don, con
cara de perplejidad, abatida y con un gran agujero en el estómago. ¡No me lo
podía creer! No puedo negar que me ha
gustado muchísimo el gesto de Draper yendo a la casa a presentar sus respetos y
cómo por casi se le cae la lagrimilla viendo cómo la rinden homenaje. Pocas
veces me he sentido tan identificada con Don como en ese momento, de verdad. Siempre
una muerte es un mazazo por parte de la realidad que te hace reflexionar sobre
lo que haces, pero en esta ocasión ha sido un golpe mucho peor. Como hemos
visto, Don se encuentra en proceso de
divorcio de Megan y se encuentra yendo de chica en chica como a él le gusta y,
realmente, como debería ser ya que Draper nunca ha sido feliz casado, sino
libre como una perdiz. Por otra parte,
la aparición de la camarera Diana (Elizabeth Reaser) en su vida – más conocida como Ava para los fans de Grey’s Anatomy, o Tammy, para los de The Good Wife – y la sensación que tiene él de que la conoce de antes me ha dejado
un poco extrañada porque, después de todas las mujeres que han pasado por la
vida – y la cama o el callejón de la esquina, nunca se sabe cuándo te va a dar
el calentón – de este hombre, yo tampoco me acordaría de ella. Sin embargo, Diana
me ha hecho pensar que, a lo mejor, lo que necesita Draper no es una mujer tan
sofisticada como Betty o tan liberal como Megan, sino una persona más con los
pies en la tierra, que le dé ese toque de humildad que Don ha perdido con el
paso del tiempo, que le haga centrarse. Esto sería si acabase emparejado pero,
como ya he dicho, le prefiero libre como a un taxi, que luego acaba peor que
como empezó. En cuanto al trabajo,
parece que a nuestro protagonista le va bien, está contento, centrado y se
lleva cordialmente con sus compañeros de trabajo. Me ha sorprendido que se
lleve bien con Joan, una relación que se nos mostró muy tirante al principio de
la primera parte, por lo que me alegro que las cosas se hayan arreglado de
cierta forma.
Poor Joan |
Hablando de Joan, esta ha tenido que sufrir carros y carretas con los clientes
tocapelotas, que parece que ser que hay muchos sueltos. Esta diosa pelirroja lleva mucho tiempo harta de que sólo le traten
como una exuberante Barbie y no como una mujer inteligente que sabe llevar las
cuentas de los clientes, y es que tampoco me extraña nada. Esa época es todavía
muy machista y parece que las mujeres valemos lo mismo que un kleenex, algo que me da muchísimo asco.
Durante la conversación entre esta y Peggy, mi corazón ha estado dividido pero
creo que ha acabado ganando Joan el pulso entre las dos: Peggy no es una mujer
tan guapa como lo es Joan – me duele decirlo porque es mi personaje favorito
pero es cierto –, por lo que no se viste como ella y es normal, Olson tiene que
destacar otras cosas como su personalidad o su creatividad para sacarse de la
chistera nuevas ideas y así ganarse a los clientes. Sin embargo, y aunque a
Joan le duela, ella entra por la vista, por lo que es más difícil que la tomen
en serio pero, si ves que está pasando de tus comentarios machistas que dan
ganas de pegarle a alguien, ¿por qué seguir con ellos? ¡Cíñete al asunto y
punto! Vale que Joan “debería” estar
acostumbrada, pero una tiene un límite y, si en el trabajo has ascendido,
tienes un puesto mayor, esperas que los clientes te respeten y te traten acorde
al cargo que sustentas. En una cosa estoy muy de acuerdo con Peggy, Joan
ahora mismo está bastante forrada desde que McCann comprase la mitad de la
empresa, por lo que no se puede quejar tanto, que Peggy cobra menos que ella.
De todas formas, ¿qué mejor que una buena compra para quitarse las penas y
sentirse toda una mujer capaz de hacer cualquier cosa? ¡Qué preciosidad eres,
Christina Hendricks, toda una diosa!
¡Ains, qué mona! |
Siguiendo con Peggy, ya vimos que la pobre lleva una racha muy mala en el
amor, tanto que la noto un poco conforme con su situación actual. Menos mal
que los compañeros de trabajos, aquellos a los que no te dan ganas de
escupirles a la cara – de verdad, pegaría a la mayoría de los personajes
masculinos de esta serie por ser tan machistas y estúpidos; dan ascazo –, se
acuerdan de que esta mujer es todo un partidazo y que se merece un gran tipo en
su vida. Así que ahí va Olson, mi niña bonita, a una cita en plan aventura, a ver qué ocurre. Pocas veces la he
visto tan desinhibida como en este episodio a pesar de que después de
arrepienta de haberse querido ir con un completo extraño a París. ¡Hala, viva
el amor! Sigo queriendo que acabe con Stan, con el que tiene muy buen rollo y
les une una gran amistad a pesar de lo que haya pasado por medio. El problema
que le veo a esta posible relación es que Stan es muy cabra loca, un alma muy
libre, y con lo organizada y estricta que es Peggy al final acabarían
matándose, pero bueno, los que se pelean se desean, ¿no?
There's my boy! |
Uno que acaba de alzar el hacha de guerra y que se acaba de convertir
en uno de los personajes a los que les voy a tener cariño es Ken Cosgrove.
Viendo que su suegro se jubila y que su mujer le invita a dejar su trabajo al
verle tan miserable, este incluso se lo piensa, pero no tendrá que hacerlo por
mucho tiempo. Uno de sus nuevos jefes,
McCann, le pone de patitas en la calle llevado por el rencor por cierto pasado
entre ambos. Ken se muestra aliviado pero al mismo tiempo bastante
fastidiado – “¡has dado un ojo por esta compañía!” le recuerda su mujer, que
tiene más razón que un santo – ya que Sterling
quiere que deje todas sus cuentas a Pete Campbell – ¿ves? A ti no te había
echado de menos –. La jugada de Cosgrove me ha parecido el fuck you que más he disfrutado en toda esta serie: se ha quedado con el antiguo puesto de un
cliente suyo por lo que, ahora mismo, Ken es cliente de Sterling Cooper &
Partners y “no es fácil de contentar”.
¡Olé tus narices, sí señor! Me da igual que vaya en contra de la agencia; lo
que le han hecho a este chaval me parece una injusticia de aquí a China ya que
hay pocos integrantes de esa pequeña familia que se hayan dejado tanto el
pellejo como este. Así que, Ken, mi ovación para ti, muy merecida.
De forma general, me ha dado la sensación
de que, en este episodio, hemos dado un pequeño salto respecto a la midseason finale que nos ha hecho
zambullirnos de nuevo en el universo de Madison Avenue, al cual echaré mucho de
menos. Decir una cosa: ¿qué le está pasando a todo el mundo con los bigotes,
hay un mustache fever ahora mismo en
Nueva York o qué? Holy Jesus! Ya
había visto las fotos promocionales pero me sigue chocando ver a Roger y a Ted
de esta manera. Nos falta todavía mucho por ver, no han aparecido ni Betty ni
Sally, y tampoco hemos visto mucho de Megan, la cual no me pega nada que esté
en la cama con Don si están en proceso de divorcio. He tenido que ver dos veces
la escena para ver si realmente era ella y juraría que sí pero, entonces, no
tiene mucho sentido que esté ahí. De todas formas, todavía nos quedan seis
episodios para despedir a estos hombres locos que nos han dejado grandes
escenas marcadas en la mente y a los que nos costará mucho decir adiós.
Por mi parte nada más excepto
animaros a que compartáis vuestros pensamientos, sentimientos, teorías de todo
tipo o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza viendo el episodio.
Siempre es un placer saber vuestro punto de vista e intercambiar unas palabras
con vosotros.
¡Hasta la semana que viene!
Irene (@MissSkarsgard)
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