Lena Dunham, la todoterreno de Estados Unidos experta en generar controversia (fue una de las 10 actrices más "googleadas" en 2014), sigue arrasando con Girls, que nos ha contado esta cuarta temporada un nuevo capítulo de las vidas de Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna. Ellas siguen estando tan perdidas como siempre, siguen siendo auténticamente reales y despreciables, pero el cierre de temporada las dibuja de una manera diferente: con la voluntad de cambiar, de tomar -por fin- la decisión correcta.
¡Artículo con spoilers!
La cuarta temporada de Girls bien podría dividirse en dos etapas; la primera, centrada en Iowa, y la segunda, que se dedicó a explorar el conflicto de pareja entre Hannah, Adam y la (¡WTF!) tercera en discordia, Mimi-Rose, aka Gillan Jacobs de Community.
La etapa de Iowa me pareció brillante. He leído decir a muchos críticos que les pareció insípida, que Hannah fue una niñata que no supo agradecer la oportunidad, pero no hay nada más humano que desilusionarse, que esperar demasiado de algo. ¿Cuántas personas han elegido una carrera con toda la ilusión, y se han decepcionado al descubrir que no era lo que esperaban? La sonrisa emocionada de Hannah del final de la tercera temporada se borró rápidamente. La Iowa idealizada donde no roban bicis no existe porque, sorpresa, sí las roban.
Toca, además, aplaudir a Lena Dunham por lanzarse una afilada crítica a sí misma. Cuando los compañeros de escritura desprecian el relato de Hannah se establece un paralelismo entre las críticas que recibe la propia serie; que es superficial, que es absurda, que Hannah es una niñata veinteañera con demasiadas ínfulas que no sabe nada de la vida. Chapó para Dunham, porque en esos episodios ella misma se ríe de todas esas críticas, y con muy buen humor.
De repente, no obstante, la serie toma un giro inesperado: Hannah, insatisfecha, deja Iowa y vuelve a Nueva York para encontrarse con Mimi-Rose en su casa. La jugosa y extraña química de Adam y Hannah parece haber interesado a Dunham mucho más esta temporada que la de Hannah y Marnie, cuya relación de "épica" amistad en realidad es un cliché vacío en el que no ha sentido la necesidad de volver a centrar la atención.
Ni Hannah ni Shoshanna soportan a Marnie (fucking Marnie!), y son incapaces de alegrarse genuinamente por sus planes de boda. El capítulo de la tercera temporada en que las cuatro pasan juntas una noche en la playa deja claro que son amigas falsas, superficiales. Amigas de mierda, para que nos entendamos. Marnie parece ser la única, quizá, noble e ingenua, y Hannah y Jessa son las que más se acercan a tener una amistad muy cruda, pero sincera.
Exploradas ya de sobra estas incómodas amistades (¿cuántos se han sentido reflejados?), toca lanzarse a diseccionar la relación de pareja de Hannah y Adam. La propia Hannah dice que no culpará a Mimi-Rose, que el único culpable es Adam; Hannah dice que no será ese tipo de chica pero, de hecho, lo es. La culpa, y le echa en cara haberse entrometido. Pero, ¡sorpresa! Hannah conoce a Mimi-Rose, descubre que es una gran persona, entiende por qué Adam la quiere. Hannah, señoras y señores, se echa a un lado con elegancia. Hannah ha madurado.
En cuanto la cabra loca de Mimi-Rose desaparece de escena con Zachary Quinto, Adam se arrepiente y vuelve a los brazos de Hannah... solo que ella no le recibe como él esperaba. Hannah sabe que no puede perdonarle, que no puede volver a tener ese tipo de relación tóxica con él, y toma la decisión correcta: elige al chico mono. Quizá la aburra de más, pero la hace sonreír. Hannah elige la relación "correcta", la relación "saludable" y "normal", de ahí viene el salto temporal y el final de cuento. Solo que nosotros, como espectadores de la incómoda Girls, sabemos que los finales de cuento no existen en la vida real.
Shoshanna será una mujer independiente que vivirá de su trabajo y no de un hombre. Jessa ayudará a los demás para buscar su propia felicidad. Marnie toma la decisión valiente de continuar tocando su música en solitario, alejándose del bala perdida de su prometido gracias al empujoncito del entrañable Ray. Todo correctísimo, ¿verdad? Las cuatro chicas, especialmente Hannah, han tomado, por una vez, la decisión sensata. Han pensado con la cabeza y no con el corazón, algo que rompe totalmente con lo que vimos en el anterior final de la tercera temporada, donde las emociones las cegaron por completo. Por todo esto, por la inteligencia y por la sinceridad que Dunham sigue desprendiendo, yo le doy a la cuarta temporada de Girls un rotundo SÍ.
¿Qué os ha parecido a vosotros? Y por cierto, ¿soy solo yo, o vosotros también preveéis el ostiazo que se darán las chicas en la próxima temporada por haber tomado estas decisiones?
Isidro López (@Drolope)
Excelente crítica, muchas gracias por hacerla y compartirla.
ResponderEliminarTambién me parece reseñable la "resignación" de Hannah, la que iba a ser escritora, acaba como profesora sustituta. Así como la ruptura del núcleo familiar, con un padre fantástico, que se reconoce como gay, entrando en una fase matrimonial nueva (porque no se separan). La hija empieza a ver a los padres de otra manera, como personas para bien y para mal.
Lena Dunham se consolida, a pesar de las críticas, como un gran talento para crear personajes y retratar la sociedad en la que vive. Las temporadas se hacen cortas, lo que es una gran seña.
Lo dicho, gracias por el artículo. Un saludo.
laserie necesitaba un cambio de dinamica,ya aburrio al publico americano,que sabemos que es el que manda.esta temporada empezo con numeros muy bajos
ResponderEliminarSi algún lema podemos extraer de esta cuarta temporada es precisamente el título que da origen a esta reseña: la vida te lleva por caminos raros, insospechados y torcidos, aunque no por ello sean negativos o no constituyan el comienzo del cambio, el resurgir de las cenizas o el impulso hacia las redenciones y catarsis personales que nos cambian para siempre.
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