La versión americana de Shameless siempre me ha llamado la atención, muchísimo más, incluso, que la original británica. Su primera temporada fue impecable, pero le podríamos echar en cara que fue demasiado calcada a la versión de Reino Unido. A partir de entonces fue cuando la Shameless americana comenzó a potenciar esos rasgos únicos que solo ella tenía, distanciándose de su predecesora rápidamente, a pesar de que eso le costase una segunda temporada algo irregular. Fue la tercera la que a mi parecer consiguió explotar sus mejores cualidades y darnos una temporada redonda con personalidad propia. Vista la cuarta temporada, ya podemos afirmar que Shameless ha evolucionado a una nueva categoría: ha pasado de ser fascinante y recomendable a ser una serie magistral, una de las grandes, totalmente imprescindible. Por si todavía quedaban dudas.
El sentido del humor ácido y característico de Shameless -ese que es imposible no adorar- ha estado tan presente como siempre, y la fuerza interpretativa de los actores del elenco nos ha hecho implicarnos con ellos en esos límites tan oscuros a los que la serie les ha arrastrado, especialmente a Fiona. Nos hemos emocionado, hemos reído y hemos sido conscientes de lo mucho que han crecido la mayoría de los personajes.
Puede que no sea la opción más original, pero mi favorita siempre ha sido, y sigue siendo, Fiona Gallagher. Ya lo he mencionado alguna vez, ella es la leona de Shameless, y creo que los críticos de los Emmy deberían estar todos encerrados entre rejas a pan y agua por haber ignorado el trabajo de Emmy Rossum, que ha seguido siendo tan fantástico como siempre. En esta cuarta temporada Fiona ha estado en una auténtica montaña rusa de emociones donde ha tocado el fondo y el cielo a ratos. Su familia no ha sabido valorar su esfuerzo, la ha dado por sentada, y ella ha echado en falta su apoyo cuando más lo necesitaba. Fiona no es perfecta y, de hecho, tiene una facilidad asombrosa para tomar malas decisiones. Sin embargo, ha demostrado que es siempre al final cuando ella sabe rectificar, aprender de esos errores, y tomar la decisión adecuada. Ya lo hizo cuando decidió terminar la aventura con el hermano de su nuevo -y mortalmente aburrido- novio, a pesar de que lo hiciera demasiado tarde y eso diera lugar a toda una serie de consecuencias muy dolorosas que me han tenido a punto de llorar en... bueno, en todos los capítulos llegados a cierto punto. Terrorismo emocional en estado puro.
El reto final para Fiona le llegó en el season finale encarnado en la droga que le ofreció una siniestra gordita sonriente y tortillera salida de Orange is the New Black. Fiona estaba hundida hasta las cejas, encerrada en la cárcel por haber roto la condicional que le impusieron por el incidente con la droga que tomó accidentalmente su hermanito (literalmente lo más cruel que han hecho los guionistas nunca). Fiona la observó, meditó y al final tomó la decisión correcta. Reto superado. Ella, como hemos dicho, aprende de sus errores. No es maliciosa, como muchos la pintan. Es completamente humana y emocional. Se equivoca pero, ¿y quién no? Con el personaje de Fiona los guionistas no quieren contar la historia de ninguna heroína, quieren contar la historia de una mujer de verdad. Y qué mujer. El abrazo de sus hermanos pequeños y el perdón de Lip, que ha tenido que madurar a la fuerza durante este año y ser el cabeza de familia (genial Jeremy Allen White, otro de los grandes), le han dado por fin a Fiona la redención que tanto necesitaba y han supuesto el pistoletazo de salida de un nuevo comienzo, del comienzo de algo mejor.
Por otra parte, el abismo al que también han llevado a Frank Gallagher ha puesto contra las cuerdas a un personaje que necesitaba que la vida le diera por fin con algo realmente gordo en las narices a modo de borrón y cuenta nueva. Es un mal padre, es egoísta y es despreciable, pero esas ganas tan inmensas que tiene de vivir resultan admirables. Lo que parecía que sería el fin del camino, en realidad le sirvió para reflexionar, y el paralelismo tan tierno que los guionistas crearon entre la figura de Fiona y la de la niña moribunda venía a ser la metáfora perfecta que, de algún modo, expiaba a Frank de sus pecados. Frank olvidó ese momento, pero en algún lugar de su inconsciente quedó grabado el perdón de la niña, de su Fiona, y el alivio que supuso para él aceptar que ya no podía hacer nada al respecto y que debía dejarla marchar. Hasta que no me han hecho llorar, no han parado...
Grande, muy grande la temporada, así como también lo han sido muy especialmente los personajes de Debbie (Emma Kenney) y Mickey (Noel Fisher), al que por fin le han dado el protagonismo que reclamaba. La temporada, sin embargo, también ha tenido sus puntos flojos. Se ha echado en falta más protagonismo de Kev y Veronica, pero su trama ha sido, si bien demasiado secundaria, muy divertida, así que en ese sentido no puedo quejarme. Personajes como la enorme Sheila también han estado algo desaprovechados, y la nueva hija de Frank (interpretada por una habitual de las series, Emily Bergl, vista en Men in Trees, Desperate Housewives y The Good Wife, entre otras) si bien me ha convencido, no ha sido todo lo brillante que debería haber sido. De todas formas el resultado final y el conjunto ha sido más que satisfactorio. Todos han jugado su papel y ningún personaje me ha chirriado. La espera hasta la quinta temporada se nos va a hacer cruelmente larga.
¿Qué os ha parecido a vosotros la temporada? ¿Le encontráis pegas? ¿Le darán por fin a Emmy Rossum los premios que merece?
PD: A modo de cameo final, hemos tenido el regreso de... ¡Jimmy! (ni la propia Emmy Rossum sabía que su personaje regresaría según dijo en Twitter). Nuestro Jimmy amenaza con irrumpir de nuevo en la vida de Fiona, ahora que por fin la ha encauzado de nuevo, y volver a hacer temblar sus cimientos de una forma que a ella, en el fondo, le encanta. En honor a la verdad diré que no le he echado de menos, pero aún así me alegro de que haya regresado, siempre es un personaje que da mucho juego aunque la serie haya demostrado poder seguir adelante perfectamente sin él.
I guess It's not over till it's over.
— Justin Chatwin (@Justingchatwin) April 7, 2014
Para mi, esa cuarta temporada ha sido la mejor, el giro que tomo la serie luego de que Liam haya tomado la droga fue impredecible. Se pudo ver a Fiona caer tan bajo que a todos nosotros nos dolió mucho todo su hundimiento. Respecto a Frank, wow pero que actuación se mandó en esta temporada, admirable. Y el final... QUÉ FINAL!!, no podía creer lo que le estaba pasando a Ian, justo cuando por fin había encontrado algo de paz con Mickey. Hay tanto que comentar de la serie, pero no me quiero alargar tanto...
ResponderEliminarAhora veo la quinta temporada, vamos a ver como se desarrolla, cada capítulo esta muy bueno, la temporada anterior dejó la vara muy alta, esperemos que esta la ponga más arriba todavía, saludos!
Ignacio, Chile :)